7 de enero de 2014

HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN ITALIA (1960-2008) [8ª Y ÚLTIMA PARTE]

16. De los años 90 al... mañana

En los años 90 cambiaron muchas cosas, la nueva composición de la clase y los acontecimientos internacionales influyeron y condicionaron las evoluciones (a menudo las regresiones) de los movimientos sociales y de sus expresiones político-ideológicas.

Se produjo la aparición de componentes anarquistas que se afirmaron sobre el vacío y las ruinas dejados por la deriva revisionista y su obra de degeneración en los países socialistas, sobre el vacío causado por tantas detenciones y, por lo tanto, sobre el debilitamiento de las posiciones comunistas. Pero su afirmación, al menos la de las corrientes más sinceramente revolucionarias, ha servido en todo caso para reavivar un cierto antagonismo, armado también él. Una parte ha venido desarrollando las temáticas, el patrimonio dejado por Acción Revolucionaria, y con carácter general se ha reafirmado en la práctica de los objetivos y del ataque al Estado y al capital.

Paradójicamente, o más bien gracias a ello, la ausencia de una fuerza revolucionaria en los años 90 coincidió con la precipitación sin precedentes de la crisis capitalista, con todos los fenómenos de agravamiento de las condiciones sociales y de agresión imperialista. Ha habido pequeños núcleos armados que se han activado de vez en cuando, tratando en todo momento de tejer en el interior del movimiento de la clase los hilos de la hipótesis revolucionaria.

La guerra de agresión contra Yugoslavia fue un nuevo punto de inflexión; Italia dio un salto cualitativo decisivo en relación con el intervencionismo imperialista (bajo la égida de la izquierda burguesa en el gobierno). En un clima de rápida recuperación de los movimientos sociales y, en especial, contra esa guerra, se produjo una oleada importante de ataques incendiarios y explosivos contra los partidos belicistas, la patronal, los Estados Unidos. Hubo unos cien ataques en la primavera de 1999, llevados a cabo bien por pequeños núcleos armados (NCC, NAT, NIPR, NAC y otros), bien por el movimiento anarquista (que utilizó numerosas siglas cambiantes e imaginarias, siendo la Federación Anarquista Informal la que, más o menos, se impuso como referencia “unitaria”).

En medio de esta efervescencia, las BR-Partido Comunista Combatiente anunciaron su reactivación mediante el ataque a D'Antona, asesor del gobierno en materia de reestructuración del mercado de trabajo y las estrategias de corporativización. El golpe fue notorio, tanto por el efecto retorno como en sí mismo, al alcanzar de lleno el corazón de las contradicciones de clase del momento. Su regreso fue, pues, eficaz: agitó el debate en el seno de las instancias de clase y cambió la situación política en la relación de fuerzas general entre clases.

Durante cuatro años consiguieron mantener su presencia mediante un ataque con explosivos contra un centro interimperialista italo-americano en  2001, y la ejecución de Biagi, asesor del gobierno que había elaborado las leyes-marco (que, por cierto, llevan su nombre) sobre la flexibilidad y otras medidas de agresión contra las condiciones de trabajo (en 2002). Y todo ello en plena ola de movilizaciones obreras contra estas agresiones gubernamentales. El día después del ataque tuvo lugar una huelga general contra estas leyes...

Pero la gran capacidad político-militar, el enorme arrojo y determinación no fueron suficientes para resolver que las contradicciones que seguían abiertas.

La contradicción más importante es: “la revolución la hacen las masas, no la Organización”. Es decir, que hay que restablecer de un modo diferente, y mucho más eficaz, la relación, la dialéctica entre la organización y el nivel de las masas. Éste debe tener su lugar, su papel y no ser simplemente una caja de resonancia, un campo de reclutamiento. Pensándolo bien, se observa que los mejores momentos de fuerza ascendente del movimiento revolucionario fueron precisamente aquellos periodos durante los cuales esa relación dialéctica estuvo bien engrasada; como se puede observar, del mismo modo, que la “huida hacia delante” fue pareja a la tendencia “organizativista-militarista”.

Numerosos ejemplos históricos (y no sólo del ciclo italiano, por supuesto) muestran la gran importancia de este postulado: son las masas a quienes les toca hacer la revolución, y para hacerla, es necesario el Partido. Ambos son necesarios, ambos tienen papeles y caracteres diferenciados que hay que saber relacionar dialécticamente, articular de manera recíproca.

De la infravaloración, o por el contrario, de la sobrevaloración de uno de los dos elementos nacen desviaciones con graves consecuencias. En la fase actual, en que las contradicciones de clase son intensas, es sin duda necesario resolver el problema de la Organización de vanguardia –del Partido- y ello precisamente en relación con las dinámicas vivas de la clase y las masas. La construcción del Partido como organización de fuerza de la clase no puede concebirse al margen de una estricta dialéctica (y valorización) con los movimientos de masas. Es en este punto, en este nudo, donde se debe abordar el problema de la organización de la fuerza y del enfrentamiento con el Estado y el Capital. Ahora bien, las BR-Partido Comunista Combatiente dieron siempre primacía a una orientación típica de construcción de una organización “autocentrada”, que si puede permitir una cierta eficacia durante un periodo, también impide establecer y desarrollar esta cuestión de la relación con las masas, establecer y desarrollar el proceso revolucionario como un proceso “que camine sobre sus dos piernas”.

A raíz de un incidente inesperado, la red fue desarticulada a finales de 2003. En el incidente cayó, con las armas en la mano, uno de los dirigentes: el camarada Mario Galesi.

[En febrero de 2007, en varias ciudades del norte de Italia, se produjeron numerosas detenciones de militantes salidos de diferentes realidades: jóvenes estudiantes, antiguos brigadistas, proletarios, sindicalistas, voluntarios de centros sociales. Estaban en el punto de mira de las investigaciones dirigidas contra el Partido Comunista político-militar (PCp-m). En el curso de la investigación se descubrieron una infraestructura y armas. De una veintena de militantes perseguidos, cuatro se reclamaron militantes por la constitución del PCp-m. Este proyecto, surgido directamente del área de la segunda posición, había teorizado sus perspectivas en Aurora, su diario clandestino. Los editores han añadido este párrafo entre corchetes a efectos de actualización.]

La realidad de la clase en Italia lleva ya en sus genes la memoria y la presencia viva de los posibles recorridos de la revolución proletaria. Y ello más allá de cualquier consideración de línea y estrategia, porque dicha historia, tan densa y poderosa, conlleva un profundo anclaje en el tejido social y en el patrimonio ideológico-político. La mera presencia políticamente activa de los presos tiene un peso específico en el escenario de la lucha de clases.

A la clase, al proletariado, y a todos aquellos que quieren acabar con el sistema de opresión y explotación, incumbe la tarea de valorizar dicho patrimonio, de retomar el hilo del “asalto a los cielos”.

Entre 1969 y 1989 fueron acusadas y encarceladas por actos relacionados con la lucha armada 4.087 personas. En los años siguientes lo fueron varias decenas (no disponemos de cifras exactas).

La lucha armada revolucionaria provocó la muerte, intencionada o accidentalmente, de 131 personas. Todas estas acciones fueron reivindicadas y su responsabilidad asumida.

El terrorismo de Estado, tan sólo en atentados indiscriminados con bomba, mató a por lo menos 140 personas. Ninguna de esas “acciones” fue asumida, por el contrario, las “reivindicaciones” no fueron más que cobardes pistas falsas.

Los militantes muertos en los enfrentamientos, asesinados por la policía y los cuerpos especiales, o muertos en prisión fueron 72.

A ello hay que añadir los muertos en las calles por las balas, sobre todo, de los cuerpos especiales así como los asesinados por los fascistas, eternos mercenarios al servicio de las tropas del Estado. En ambos casos no disponemos de las cifras exactas, que se sitúan entre las 40 y 50 personas.

17. In Memoriam

Militantes caídos en combate, en prisión, en la clandestinidad o en el exilio:

GIANGIACOMO FELTRINELLI, fue el primer camarada caído en la lucha, en el curso de una acción con explosivos. En Segrate (suburbio de Milán), el 15 de marzo de 1972. Dirigente de los Grupos de Acción Partisana (GAP). 46 años, nacido en Milán, editor.

LUCA MANTINI, asesinado por la policía en una auténtica emboscada a la salida de una expropiación de un banco de Florencia, el 29 de octubre de 1974. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 28 años, nacido en Florencia, antiguo estudiante, había estado ya encarcelado por actos cometidos en la lucha, militante en la clandestinidad.

SERGIO ROMEO, asesinado con Luca Mantini el 29 de octubre de 1974. Militante de los NAP. 30 años, nacido en la provincia de Avellino, proletario, había estado ya encarcelado por actividades extralegales y actos cometidos en la lucha, militante en la clandestinidad.

BRUNO VALLI, detenido por una expropiación en Argelato, se le encontró ahorcado unos días más tarde en la prisión de Módena, el 9 de diciembre de 1974. Activista del área de la Autonomía Obrera. 26 años, nacido en Rodero (Como), obrero metalúrgico.

GIUSEPPE VITALIANO PRINCIPE, caído mientras fabricaba una bomba en Nápoles el 11 de marzo de 1975. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 23 años, nacido en Castellamare di Stabia (Nápoles), estudiante.

GIOVANNI TARAS, caído mientras colocaba una bomba en la prisión de Aversa (Nápoles), el 22 de mayo de 1975. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 22 años, nacidos en Turín, proletario, militante en la clandestinidad.

MARGHERITA CAGOL-MARA, cayó en combate con los carabineros durante el secuestro del capitalista Gancia, el 5 de junio de 1975, en la provincia de Alessandria. Dirigente y fundadora de las BR. 30 años, nacida en Trento, antigua investigadora universitaria, militante en la clandestinidad.

ANNAMARIA MANTINI, asesinada en una emboscada de los carabineros en Roma, el 8 de julio de 1975. Militante y dirigente de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 22 años, nacida en Fiesole (Florencia), hermana de Luca, estudiante.

MARIO SALVI, asesinado en Roma por un policía tras una acción contra el Ministerio de injusticia, lejos del lugar de los hechos y por la espalda, el 7 de abril de 1976. Militante de los Comités Autónomos Obreros. 21 años, nacido en Roma, proletario.

MARTINO ZICCHITELLA, caído durante un ataque de los Núcleos Armados Proletarios (NAP) contra un director ministerial del sector de prisiones, en Roma, el 14 de diciembre de 1976. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP) y vanguardia reconocida de las luchas carcelarias. 40 años, nacido en Marsala (Trapani), proletario expropiador.

WALTER ALASIA, caído en combate con los policías que pretendían detenerle, el 15 de diciembre de 1976, en Milán. Activista de las BR. 20 años, nacido en Milán, obrero.

ANTONIO LO MUSCIO, asesinado por los carabineros con premeditación estando desarmado, en Roma, el 1 de julio de 1977. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 27 años, nacido en Trinitapoli (Foggia), proletario, había permanecido largo tiempo encarcelado, militante en la clandestinidad.

ROMANO TOGNINI, asesinado tras la expropiación de una armería, en Tradate (Varese), el 19 de julio de 1977. Militante de Prima Linea (PL). 40 años, nacido en Milán, empleado de banco.

ATTILIO DI NAPOLI, muerto accidentalmente mientras preparaba una bomba, en Turín, el 4 de agosto de 1977. Militante de Acción Revolucionaria. 24 años, nacido en Milán, proletario.

ALDO MARÍN PIÑONES, muerto en el mismo accidente. Militante de Acción Revolucionaria. 24 años, nacido en Vallenar, Chile. Obrero de fábrica, había conocido la prisión en el Chile de Pinochet. Obrero también en Italia.

ROCCO SARDONE, muerto accidentalmente mientras preparaba una bomba, en Turín, el 30 de octubre de 1977 (en el marco de la oleada de acciones de solidaridad internacionalista con los camaradas alemanes asesinados en la prisión de Stammheim). Militante del área de la Autonomía Obrera. 22 años, nacido en Tricarico (Matera), obrero.

ROBERTO RIGOBELLO, asesinado durante una expropiación en Bolonia, el 4 de mayo de 1978. Militante del área de la Autonomía Obrera. 21 años, nacido en Bolonia, obrero metalúrgico.

FRANCESCO GIURI, asesinado durante una expropiación en Lissone (Milán), el 9 de junio de 1978. Militante de los Comités Comunistas Revolucionarios (CO.CO.RI., área de la Autonomía). 25 años, nacido en Milán, obrero siderúrgico.

ROBERTO CAPONE, caído durante el ataque contra el fiscal Calvosa, en la provincia de Frosinone, el 8 de noviembre de 1978. Militante de las Formaciones Comunistas Combatientes. 24 años, nacido en Milán, estudiante.

BARBARA AZZARONI, asesinada por la policía, junto con Matteo Caggegi, en Turín, el 28 de febrero de 1979. Militante de Prima Linea. 29 años, nacida en Rimini, profesora.

MATTEO CAGGEGI, asesinado junto con Barbara Azzaroni. 20 años, nacido en Catania, obrero de la Fiat.

MARIA ANTONIETTA BERNA, muerta accidentalmente mientras preparaba una bomba, con otros dos camaradas, en Thiene (Vicenza), el 11 de abril de 1979. Militante de los Colectivos Políticos Venecianos (Autonomía Obrera). 22 años, nacida en Thiene, trabajadora en precario.

ANGELO DEL SANTO, muerto en el mismo accidente. Militante también de los Colectivos Políticos Venecianos. 24 años, nacido en Chiuppano (Vicenza), obrero de fábrica.

ALBERTO GRAZIANI,  muerto en el mismo accidente. Recordemos que dicho accidente sucedió en el contexto de las respuestas militantes ante la gran redada del 7 de abril de 1979, que llevó a la cárcel a una treintena de camaradas y a cientos de registros por toda Italia. Militante también de los Colectivos Políticos Venecianos. 25 años, nacido en Thiene, estudiante.

LORENZO BORTOLI, se quitó la vida en la prisión en Verona, el 19 de junio de 1979. Era el compañero de Antonietta Berna: las miserables vejaciones a que le sometieron policías y jueces, en un momento tan duro, fueron fatales. Militante de los Colectivos Políticos Venecianos. 25 años, nacido en la provincia de Vicenza, obrero decorador.

LUIGI MASCAGNI, muerto accidentalmente durante un transporte de armas, en Milán, el 27 de junio de 1979. Militante del área de la Autonomía. 24 años, nacido en Bolonia, entrenador de fútbol.

Vicenzo Sisi, en la foto con gafas y camisa oscura (Foto: Repubblica )
FABRIZIO PELLI, muerto de leucemia en prisión, en Milán, el 8 de agosto de 1979. Hasta el último minuto se le mantuvo en estricto aislamiento en el hospital. Militante histórico de las BR. 27 años, nacido en Reggio Emilia, trabajó como camarero, más tarde, militante en la clandestinidad.

SALVATORE CINIERI, asesinado por un infame en la prisión de Turín, el 27 de septiembre de 1979. Militante de Acción Revolucionaria. 29 años, nacido en Grottaglie (Tarento), proletario, había permanecido largo tiempo encarcelado.

FRANCESCO BERARDI, se quitó la vida en la prisión de alta seguridad de Cuneo, el 24 de octubre de 1979. Militante de las BR. 30 años, nacido en Terlizzi (Bari), obrero de Italsider (Génova).

ROBERTO PAUTASSO, caído en un tiroteo durante el ataque a una fábrica, en Rivoli (Turín), 14 de diciembre de 1979. Militante de la Autonomía Obrera. 21 años, nacido en Val di Susa (Turín), obrero metalúrgico.

GIOVANNI MARIO BITTI, asesinado por los carabineros que atacaron una reunión de militantes en Sa Janna Bassa (Nuoro), el 17 de diciembre de 1979. Militante de la clase. 34 años, nacido en Nule (Sassari), obrero agrícola.

FRANCESCO MASALA, asesinado por los carabineros en el mismo ataque. Militante de la clase. 31 años, nacido en Orune (Nuoro), pastor y, más tarde, militante en la clandestinidad.

LORENZO BETASSA, asesinado en la masacre perpetrada por los carabineros en Via Fracchia, en Génova, el 28 de marzo de 1980. Militante y dirigente de las BR. 28 años, nacido en Turín, obrero de la Fiat y delegado obrero, y, más tarde, militante en la clandestinidad.

RICCARDO DURA, caído también en Via Fracchia. Militante de las BR. 30 años, nacido en la provincia de Messina, aunque siempre había vivido en Génova. Marinero y, más tarde, militante en la clandestinidad.

ANNAMARIA LUDMAN, caída también en Via Fracchia. Militante de las BR. 33 años, nacida en la provincia de Génova, empleada de Italimpianti (una gran fábrica).

PIETRO PANCIARELLI, cuarta víctima de la masacre de Via Fracchia. Militante de las BR. 25 años, nacido en Turín, obrero de la Lancia y, más tarde, militante en la clandestinidad.

EDOARDO ARNALDI, se quitó la vida cuando los carabineros iban a detenerlo (estaba enfermo), en Génova, el 19 de abril de 1980. 55 años, nacido en Génova, abogado, había militado en el Socorro Rojo.

CLAUDIO PALLONE, caído durante una expropiación en la provincia de Frosinone, el 13 de noviembre de 1980. Militante del Movimiento Comunista Revolucionario. 26 años, nacido en Roma.

ARNALDO GENOINO, caído en la misma acción. También militante del Movimiento Comunista Revolucionario. 34 años, nacido en Roma.

WALTER PEZZOLI, asesinado por los cuerpos especiales, en plena calle, en Milán, el 11 de diciembre de 1980. Militante de las BR-Columna Walter Alasia. 23 años, nacido en Rho (Milán), trabajador del libro, había estado ya en prisión y, más tarde, militante en la clandestinidad.

ROBERTO SERAFINI, asesinado en el mismo ataque. Militante de las BR-Columna Walter Alasia. 26 años, nacido en Génova, periodista y, más tarde, militante en la clandestinidad.

ALBERTO BUONOCONTO, se quitó la vida el 20 de diciembre de 1980, en Nápoles, en suspensión de condena por el grave estado psico-físico en que se encontraba, consecuencia de los años de cárcel y de la violencia sufrida. Militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 27 años, nacido en Nápoles, estudiante, encarcelado desde 1975.

GIANFRANCO FAINA, muerto de cáncer, en suspensión de condena, el 11 de febrero de 1981. 46 años, nacido en Génova. Militante fundador de Acción Revolucionaria, profesor de Universidad.

GIORGIO SOLDATI, asesinado en la prisión de alta seguridad de Cuneo por los subjetivistas de una área política que pronto se disoció, el 10 de diciembre de 1981. Antiguo militante de Prima Linea. 35 años, nacido en Rivoli (Turín), obrero de la construcción y, más tarde, militante en la clandestinidad.

LUCIO DI GIACOMO, caído en un tiroteo tras una expropiación, en la provincia de Siena, el 21 de enero de 1982. Militante de los Comunistas Organizados para la Liberación Proletaria (COLP). 24 años, nacido en Enna, obrero metalúrgico en Turín y, más tarde, militante en la clandestinidad.

UMBERTO CATABIANI, asesinado por los grupos especiales de lucha contraguerrillera, tras ser herido y permanecer acorralado durante varias horas, el 24 de mayo de 1982, en la provincia de Pisa. Militante y dirigente de las BR-Partido Comunista Combatiente. 32 años, nacido en Pietrasanta (Lucca), empleado, cuatro años en prisión y, más tarde, militante en la clandestinidad.

ROCCO POLIMENI, se quitó la vida en un momento de crisis, en la clandestinidad, el 10 de junio de 1982. Militante de los Comunistas Organizados para la Liberación Proletaria (COLP). 26 años, nacido en Reggio Calabria, técnico informático y, más tarde, militante en la clandestinidad.

ENNIO DI ROCCO, asesinado en prisión por los subjetivistas de una área política que pronto se disoció, el 27 de julio de 1982. Militante de las BR-Partido Guerrilla. 25 años, nacido en Narni (Terni), proletario y, más tarde, militante en la clandestinidad.

STEFANO FERRARI, asesinado por la policía que lo sorprendió en una reunión en un bar con otros dos camaradas, que resultaron gravemente heridos, en Milán, el 31 de julio de 1982. Militante de las BR-Columna Walter Alasia. 27 años, nacido en Milán, técnico de la SNAM (una gran fábrica) y delegado obrero.

MAURIZIO BISCARO, se arrojó desde lo alto de un edificio en el que habían irrumpido los carabineros, en las afueras de Milán, el 13 de noviembre de 1982. Militante de las BR-Columna Walter Alasia. 25 años, nacido en Milán, trabajador en precario y, más tarde, militante en la clandestinidad.

GAETANO SAVA, asesinado por un grupo especial de lucha contraguerrillera, el 17 de septiembre de 1983, en Milán. Anarquista, participaba en la red de apoyo de un dirigente de los Comunistas Organizados para la Liberación Proletaria (COLP). 30 años, nacido en Belpasso (Cagliari), pequeño comerciante.

CIRO RIZZATO, asesinado por la policía francesa tras la expropiación de un banco, en París, el 15 de octubre de 1983. Militante de los Comunistas Organizados para la Liberación Proletaria (COLP). 22 años, nacido en Milán, artesano y, más tarde, militante en la clandestinidad.

MANFREDI DI STEFANO, muerto en la prisión de Udine, el 6 de abril de 1984. Militante de la Brigada 28 de marzo (área de la Autonomía). 27 años, nacido en Salerno, obrero fabril.

LAURA BARTOLINI, asesinada por el joyero al que expropiaba, en Bolonia, el 14 de diciembre de 1984. Militante de las BR-Partido Comunista Combatiente. 29 años, nacida en Bolonia, empleada.

ANTONIO GUSTINI, caído en un tiroteo en un ataque contra un furgón blindado, en Roma, el 14 de diciembre de 1984. Militante de las BR-Partido Comunista Combatiente. 28 años, nacido en Roma, ferroviario y, más tarde, militante en la clandestinidad.

PIETRO GRECO (PEDRO), asesinado por un grupo especial de lucha contraguerrillera en Trieste, el 9 de marzo de 1985. Militante de una estructura surgida de la Autonomía Obrera. 38 años, nacido en la provincia de Reggio Calabria, profesor y, más tarde, militante en la clandestinidad.

WILMA MONACO, caída en un ataque de las BR- Unión de Comunistas Combatientes contra un asesor del gobierno, en Roma, el 2 de febrero de 1986. Militante de las BR- Unión de Comunistas Combatientes. 28 años, nacida en Roma, empleada y, más tarde, militante en la clandestinidad.

DARIO BERTAGNA, se quitó la vida en la prisión de Busto Arsizio, el 17 de julio de 1988. Militante de las Unidades Comunistas de Ataque (área de la Autonomía). 38 años, nacido en Comerio (Bergamo), empleado en una fábrica.

GINO LIVERANI, muerto de enfermedad en el exilio, en Managua (Nicaragua), el verano de 1988. Militante de las BR. 56 años, nacido en Ravenna, comerciante, pasó varios años en la cárcel.

PAOLO SIVIERI, se quitó la vida bajo arresto domiciliario, después de pasar largos años en prisión, en la provincia de Rovigo, el 25 de enero de 1989. Militante de las BR. 35 años, nacido en Castelmassa (Rovigo), universitario.

NICOLA GIANCOLA, muerto de un ataque al corazón en prisión, en Milán, el 22 de enero de 1992. Militante de las BR-Columna Walter Alasia. 41 años, nacido en la provincia de Teramo, trabajador de la Philips.

ERMANNO FAGGIANI, asesinado en el curso de una expropiación en Barcelona, el 17 de marzo de 1993. 37 años, ex militante de las BR, nacido en la provincia de Udine, obrero agrícola y fabril, pasó varios años en la cárcel.

CARLO PULCINI, muerto de cáncer, en suspensión de condena,  en Turín, el 23 de marzo de 1992. Militante de las BR-Partido Comunista Combatiente. 50 años, nacido en la provincia de Viterbo, obrero.

CLAUDIO CARBONE, muerto en prisión en Lauro (Avellino), el 30 de julio de 1993. Ex militante de los Núcleos Armados Proletarios (NAP). 46 años, nació en Asmara (Eritrea), encarcelado por actividades extralegales y preso durante muchos años.

SERGIO SPAZZALI, muerto en el exilio en Miramas (Francia), el 22 de enero de 1994. Militante de la Célula para la Constitución del Partido Comunista Combatiente. 58 años, nacido en Trieste, abogado, encarcelado en varias ocasiones, en especial por las actividades del antiguo Socorro Rojo.

ALESSANDRA D’AGOSTINI, muerta en el exilio en París, en agosto de 1994. Ex militante de las BR. 47 años, nacida en Turín, profesora.

GERMANO MACCARI, muerto en la cárcel de Rebibbia-Roma en 2001. Ex militante de las BR. Nacido en Roma, artesano, encarcelado en varias ocasiones.

MARIO GALESI, caído en combate con la policía, en la provincia de Arezzo, el 2 de marzo de 2003. Militante y dirigente de las BR-Partido Comunista Combatiente. 36 años, proletario, ya había estado encarcelado, militante en la clandestinidad.

Al volver a dar un mínimo de identidad y de concreción a tantos camaradas caídos en la lucha, esta reconstrucción de los hechos –que esperamos sea lo más fiel posible a la realidad- puede ayudar a comprender mejor la densidad de esta historia, su enorme riqueza humana, ligada al potencial revolucionario-transformador. Sólo un movimiento profundamente arraigado en motivos y aspiraciones de carácter histórico, como los que tienen por objetivo superar la sociedad de clases, puede llegar a producir, cualitativa y cuantitativamente, tanta  determinación de lucha.

¡Que todo este patrimonio viva, que sea retomado, siempre con atención crítica y sin idealizaciones, en la praxis y en la elaboración del nuevo proceso revolucionario!

18. Bibliografía esencial

Ante todo están los primeros libros publicados durante la década de los 70, así como los documentos y los periódicos. Como documentación (por lo demás, difícilmente localizable), son útiles algunos libros burgueses que, al principio, no eran aún demasiado tóxicos.

Juicio a históricos de las BR en Turín (1976)
Controinformazione (Contrainformación). Siguen existiendo las colecciones de esta revisión que desempeñó un papel crucial en la difusión y conocimiento de las Organizaciones Comunistas Combatientes (OCC) (en especial de las Resoluciones de la Dirección Estratégica de las BR). Esta revista realizó un trabajo de investigación militante rico y original en diversas áreas.

BR, cosa sene è detto – che cosa hanno detto, (Las BR, lo que dijeron de ellas, lo que ellas dijeron), por el Socorro Rojo de Milán en ediciones Feltrinelli. Obra histórica, por su calidad y utilidad. Fue la primera en su género gracias al hecho de que los autores eran militantes de alto nivel del movimiento revolucionario (entre ellos Sergio Spazzali). La documentación es rica porque da la palabra a los protagonistas. Pero cubre solamente los primeros años, aproximadamente hasta el 76.

Tessandori, V.: BR, imputazione banda armata (BR, acusación banda armada), publicado por ediciones Garzanti. Es un libro muy documentado e interesante. Llega también hasta finales de 1976. El tono polémico (el autor forma parte del aparato mediático) es todavía aceptable y no cae aún en la falsificación sistemática o el odio venenoso, como es el caso de uno de los textos más famosos en términos mediáticos, el de G. Galli: Storia del partito armato (Historia del partido armado), absolutamente tóxico.

Caccia, Viola: Requisitoria processo GAP-BR, (Requisitoria al proceso GAP-BR), en ediciones Bertani. El interés reside en la cantidad de información (a pesar del filtro judicial), pero también en el análisis. Varios elementos históricos que de él surgen permiten una buena comprensión de los hechos, como, por ejemplo, la aportación de antiguos partisanos (entre ellos un comandante) al proceso de formación de estos dos núcleos históricos.

Projecto Memoria (Proyecto Memoria), en ediciones Sensibili alle foglie. En tres volúmenes, es la reconstrucción estadística y documental más sistemática que existe. Útil sin duda, aun cuando fuera concebida como parte de un proyecto liquidador, “historizante” (como nos gusta llamarlo), por algunos ex dirigentes y militantes.

Il proletariato non si è pentito (El proletariado no se ha arrepentido), en ediciones Rapporti Sociali. Recopilación considerable de materiales, siguiendo el hilo cronológico y en paralelo a la actividad de los Comités contra la represión. Éstos, por entonces, formaban parte de los protagonistas en la lucha contra la disociación y en apoyo a los presos resistentes. Este texto fue redactado en la fase más aguda del enfrentamiento, 1983-1985, consecuencia de la derrota táctica de 1982 y de su duro contragolpe interno para el movimiento revolucionario. Sigue siendo un libro válido.

Gallinari, Piccioni, Seghetti: Politica e Rivoluzione (Política y Revolución), en ediciones Rapporti Sociali. Quizás el mejor texto como primer balance político-ideológico. Escrito también en caliente en prisión en 1983. Incluso en las durísimas condiciones de la época, los cuatro autores (todos miembros de primera línea de las BR) realizaron una síntesis notable, en medio de la  batalla contra las más graves desviaciones subjetivistas o capitulacionistas, la autocrítica y la búsqueda de perspectivas. Muy recomendable todavía hoy.

De Maria, N.: Tre interventi d’un compagno BR (Tres intervenciones de un camarada BR), en ediciones Archivia. Balance de un ex dirigente de la Columna Walter Alasia, escrito en años más recientes (1992-1998), por lo tanto, con más elementos para la comprensión. Notable tanto en la reconstrucción histórica (destinada también a contrarrestar las tendencias liquidacionistas) como en el análisis de la crisis capitalista y de la evolución de la forma-Estado.

Bianconi: Mi dichiaro prigionero politico (Me declaro preso político), en ediciones Einaudi. En forma de crónica periodística, la trayectoria de una docena de militantes.

Moretti, M.: BR, una storia italiana (BR, una historia italiana), en ediciones Garzanti; y Gallinari, P.: Un contadino nella metropolis (Un campesino en la metrópolis). Se trata de dos biografías fundamentales de dos dirigentes históricos de las BR, cuyas vidas recorren toda la historia de la organización hasta la segunda mitad de la década de los 80. Interesante, al margen del final liquidacionista.

Por supuesto, hay otros textos, especialmente entre los que tratan sobre el movimiento de la clase en un sentido amplio o el ciclo de luchas en su conjunto.

19. Documento: ¿Quiénes son las manzanas podridas?

[Este documento fue escrito por Vicenzo Sisi, obrero comunista, delegado sindical, militante por la constitución del Partido Comunista Político-Militar, tras la campaña de insultos lanzados contra él por la prensa, el sindicato y los políticos del régimen después de su detención, el 12 de febrero de 2007. Nota del Editor]

He leído en alguna parte que todo en mi biografía apuntaba en un sentido contrario al de la ametralladora en el huerto. Siguen hablando de duplicidad.

Por un lado, el buen compañero, el delegado apreciado y, por otro, la lucha armada.

No es así: no hay duplicidad alguna, no hay separación entre lo que es un comunista revolucionario y su militancia entre la gente: organizarse en el sindicato sin estar de acuerdo con la línea de la dirección.

Para organizarnos entre nosotros, trabajadores, con arreglo a las formas autorizadas, hace falta la tarjeta sindical. ¡Y nosotros, trabajadores, nos sacamos la tarjeta! Porque los trabajadores no tienen derecho, según la ley, a elegir directamente a sus propios representantes en el lugar de trabajo. ¡Qué bonita es vuestra democracia! ¿No será que os entra el miedo cuando los trabajadores se organizan directamente?

Luego, cuando algunos de estos obreros se dan cuenta de los límites de las luchas económicas y de la inutilidad de la lucha parlamentaria, y se organizan como comunistas, entonces vuestro miedo crece. Vuestro poder para controlar y dominar, imponiendo vuestros métodos, podría quedar en entredicho. Quienes pagan vuestro bienestar con explotación podrían ver que existe una alternativa, una solución a vuestro mundo de explotación y barbarie. Y entonces ponéis en funcionamiento toda vuestra capacidad de manipular las conciencias, de confundir las ideas: hacernos pasar por terroristas, criminales dispuestos a hacer daño a quien sea, enemigos de las gentes, para criminalizar nuestras ideas.

En cambio, es más difícil criminalizar nuestras vidas: están ahí, a la vista de todos, para demostrar nuestra coherencia con las ideas que defendemos. Nuestra pertenencia a nuestra clase social: la Clase Obrera.

Yo empecé a trabajar a la edad de 14 años, hacía 11 horas al día, incluidos los sábados. Me convertí en obrero cualificado. En aquella empresa, existía una relación individual con el patrón; por el convenio colectivo (sectorial) hicimos una huelga a dos, un viejo comunista y yo. Más tarde llegó la FIAT y allí luchábamos, éramos un “problema de orden público”, como decía Cesare Damiano (3) cuando hablaba del Convenio nacional de la metalurgia de 1979. Era necesario derrotar y dispersar a esa clase obrera que se les iba de las manos, que no quería plegarse a las políticas de sacrificios. Y entonces, ¡a la calle! Primero los 61, luego los 23.000 (4). Y mientras, los jefes del PCI de Turín organizándolo todo con la FIAT: las listas rojas, las expulsiones, los talleres de castigo (aislamiento).

Después de un tiempo en el paro, entré en ERGOM. Había allí un patrón que o estabas con él o estabas contra él. Yo estaba contra él, pero hacía bien mi trabajo y no podía atacarme. Los vapores tóxicos nos quemaban los ojos y nos causaban náuseas. ¡Huíamos de allí! No había siquiera un extractor. Algunos incluso, por miedo, se quedaban dentro respirando el humo, con lágrimas en los ojos. Con otros camaradas, montamos el sindicato. Al principio no éramos más que seis afiliados: había mucho miedo. Los contratos temporales, el miedo de que no se renovaran, los jefes que nos acosaban, que nos fichaban con las primeras huelgas... Entonces: el golpe bajo del despido y el intento de corromperme, con un montón de dinero, para apartarme. Durante tres años y medio estuve apartado. Con el sindicato que no me quería ni siquiera como voluntario. Hoy, dicen que la estima era transversal. En lo que hace a los trabajadores y las trabajadoras, el aprecio es recíproco, y es el único al que estoy ligado, además del afecto por las personas queridas y por mis camaradas de lucha. A las personas con quienes he compartido esperanzas y luchas, quiero decirles que no hay duplicidad alguna en mi vida ni en la de mis camaradas de lucha. Fui y soy así porque he tratado y trato de ser comunista. En las cosas de todos los días, en el trabajo, en la lucha. A los demás les digo: ¡Cobardes! ¿Cómo podéis decir que soy un infiltrado entre los trabajadores y en el sindicato? EPIFANI (5) dijo que somos manzanas podridas. Él, que jamás hizo los tres turnos diarios de 8 horas, él, a quien dio colocación el sistema  de los partidos que han vendido a la Clase Obrera. Vengo de una familia obrera que siempre pagó su cuota sindical y que ha contribuido al sostenimiento del sindicato sudando sangre en las fundiciones. ¿Quién es el infiltrado en la Clase Obrera? ¿Quién es entre él y yo la manzana podrida? En los Congresos, siempre le dije a la cara lo que pensaba. ¡Mi sindicato son los trabajadores! Siempre he dicho en los debates en el seno de las direcciones que lo que contaba para nosotros, los delegados, era la capacidad de construir espacios de autonomía en los puestos de trabajo para que los trabajadores tengan mayor protagonismo. No obstante, dentro del perímetro de la fábrica, constreñirse a lo que se puede hacer implica terminar encerrado en la compatibilidad y los límites de la lucha económica. Mientras que fuera, el enorme poder de las direcciones sindicales,  tras años de reveses y derrotas impuestas a los trabajadores, se convierte en un instrumento de control de la clase.

¿Qué responde el delegado al enfurecido compañero de trabajo que cobra un salario de 950 euros al mes? ¿Qué se puede decir a las trabajadoras, con las muñecas rotas por los ritmos de trabajo, con 37 años a sus espaldas de fatigas en la fábrica y en casa, cuando piden su jubilación? ¿Qué puedo yo decir a quien tiene dos hijos y un contrato temporal de tres meses? ¿Qué se puede decir a aquel sobre quien pesa una orden de desahucio y te dice que el gobierno encuentra dinero para armamento pero no para viviendas sociales? ¿Le respondo que “Refundación” (6) está en el gobierno y que la burguesía de izquierdas es mejor que la de derechas? Y cuando echas una ojeada a tu alrededor, ves que la mercancía más barata son los trabajadores.

Entonces, o estás de acuerdo, o estás en contra. O aceptas sus reglas y eres cómplice, o trabajas para construir la alternativa.

Vicenzo Sisi, militante por la constitución del Partido Comunista Político-Militar

2 de marzo de 2007

20. Documento: Revolución o contrarrevolución

[Este documento fue escrito por los militantes para la constitución del Partido Comunista Político-Militar con ocasión de la primera audiencia de su juicio en Milán, celebrada el 27 de marzo de 2008. Nota del Editor]

A los comunistas, a las vanguardias obreras, a los proletarios que luchan, a las  mujeres oprimidas y rebeldes.

Con el juicio a los comunistas detenidos el 12 de febrero de 2007, dos clases se enfrentan una vez más en los tribunales burgueses: la burguesía y el proletariado. Una, la burguesía, que ostenta el poder, acusa a la otra, el proletariado, que, en la persona de unos cuantos militantes comunistas, trata de construir su propia autonomía política de clase, es decir, revolucionaria.

El objetivo es siempre el mismo: actuar en aras de la supervivencia del capitalismo a pesar de sus crisis y de su barbarie, para seguir acumulando riquezas y privilegios en favor de una pequeña minoría a costa de los sufrimientos y las vidas de la mayoría.

Para que esto sea posible, allí donde no basta con el engaño de su falsa democracia, aparecen la represión y la justicia burguesas.

El ataque represivo muestra el verdadero rostro del revisionismo que, para servir a los patronos, se hizo Estado y encuentra su expresión actual en el eje D’Alema-Napolitano-Bertinoti (7), principal apoyo de la política antiproletaria del gobierno Prodi. Dicho eje tiene en una parte de la judicatura uno de sus principales centros de poder. La Fiscalía de Milán es el mejor ejemplo de ello.

¡Éste es un juicio político! Un juicio en el que el ministerio público y los acusados son sujetos políticos. El principal delito que se discute –“Asociación subversiva”- es político. Y los objetivos de todas las partes son políticos. El principal objetivo perseguido por la burguesía imperialista es negar la legitimidad de la lucha revolucionaria del proletariado, reduciéndola a una serie de episodios delictivos. Dar legitimidad a la represión y aterrorizar a los sectores proletarios sensibles a las organizaciones revolucionarias. Contener, oponerse a la tendencia a la autonomía política de la clase. Eso a nivel estratégico. A nivel táctico, la investigación, primero, y, más tarde, el juicio, pretenden fortalecer un frágil gobierno de “centro-izquierda”, expresión del actual equilibrio interno de los intereses de la burguesía imperialista italiana.

La consecución de estos objetivos es hoy una necesidad vital para nuestros patronos. En los enfrentamientos que determina la crisis general del modo de producción capitalista, su clase se encuentra, de hecho, cada vez más en la condición de la olla barro entre las ollas de hierro. La estratégica de la “guerra infinita”, impulsada por el imperialismo de los Estados Unidos, ha abierto una nueva fase de desestabilización global y relanzado la lucha por una nueva división del mundo entre las potencias imperialistas. Ello ocurre, por el momento, principalmente a costa de las naciones oprimidas del Tricontinente (Asia, África, América Latina), empezando por los pueblos cuyos regímenes han buscado un desarrollo autocentrado, liberado de la tutela y de las relaciones semicoloniales impuestas por los imperialistas. Es una tendencia que se presenta ya como una tercera guerra mundial en potencia.

La burguesía imperialista italiana está en primera línea de este sistema de guerra, como se ve claramente con las llamadas “misiones humanitarias” en Irak, Afganistán y también en el Líbano. Es un camino de destrucción y muerte, plagado de contradicciones que se agudizan hasta en el seno de las formaciones sociales imperialistas. Una vía que pone de manifiesto, a los ojos de las amplias masas, la crisis del sistema, haciendo aún más urgente su superación.

Por crisis del sistema no entendemos sólo la crisis económica, en el sentido corriente del término. Entendemos el fenómeno complejo, económico, social y político, nacido de las propias leyes de funcionamiento del modo de producción capitalista (como la “ley de la plusvalía”, es decir, la ley de la explotación del trabajo que, “casualmente”, oculta la “ciencia económica oficial”, es decir, la ideología dominante).

Nosotros hablamos de “crisis de superproducción de capital” que, a escala mundial, es crónica: hay demasiados capitales que buscan beneficios, las oportunidades de inversión no son suficientes, la competencia es cada vez más feroz y a menudo degenera en enfrentamientos armados. Esta superproducción de capital determina ese fenómeno enloquecido y criminal en virtud del cual “¡estamos mal porque producimos demasiado!”. El exceso de capacidad productiva, al  no emplearse en una organización económica culminada socialmente, conduce a continuas reestructuraciones y a la miseria del proletariado. Y además es la causa última de las guerras imperialistas: no sólo debido a la agresividad competitiva que desencadena, sino también porque, en última instancia, no existe más alternativa que la destrucción de excedentes para este modo de producción demencial. Es la historia de los Estados Unidos en Europa y Asia después de 1945 y es la historia actual con Irak, Afganistán, etc.

El capitalismo no sale de este tipo de crisis –general e histórica- por medios económicos ordinarios. De hecho, no logra salir de ella a pesar de treinta años de ataques repetidos contra los avances de la clase obrera y el proletariado: aumento en la explotación, retroceso de las condiciones de vida y de trabajo. A pesar de los saltos tecnológicos y la liquidación de los regímenes revisionistas que habían tomado el poder en los países socialistas y abierto el camino a la restauración capitalista. (…)

Aunque los trabajadores se hayan convertido en la mercancía más barata, no es suficiente. El capitalismo en crisis es una fiera salvaje y a cada nueva cuerva de la espiral la crisis se agudiza, como en el caso actual de la crisis financiera en torno a los préstamos para la vivienda. El elemento nuevo, en este caso, es la incapacidad del imperialismo dominante para descargar la crisis sobre las formaciones sociales dependientes, como había ocurrido en el pasado con las crisis financieras inducidas en México, en el sudeste asiático, en Rusia, y también en Argentina...

Esta incapacidad refleja la gravedad de la crisis y da un nuevo impulso a la “política de las cañoneras”, no tanto a causa del carácter subjetivamente criminal de la burguesía imperialista cuanto debido al hecho de que, para este sistema, la guerra es el único medio de que disponen los imperialistas para establecer nuevas relaciones de fuerza, disputarse y repartirse las esferas de influencia y los superbeneficios derivados de la dominación colonial y semicolonial.

El verdadero límite a la barbarie que caracteriza esta época histórica de putrefacción de las formaciones sociales imperialistas sigue siendo la Revolución proletaria: “O la Revolución impide la guerra o la guerra desencadena la Revolución” (Mao Tse Tung).

Este elemento está integrado en la esencia de los Estados imperialistas que, desde la Revolución de Octubre, se han estructurado como “Estados de la contrarrevolución preventiva”. Una estructuración que recurre también a la cooptación, en fases sucesivas, de las diferentes capas políticas revisionistas (postcomunistas, postextraparlamentarios, arrepentidos y disociados de toda laya). Estos cánceres oportunistas, fomentados por la burguesía en el seno de la clase, asumen el postulado ideológico según el cual la época imperialista sería “el fin de la historia” y no habría alternativa alguna al imperialismo. Están entregados a la ambiciosa tarea que les ha sido confiada de falsear la realidad de la historia, que se desarrolla a través de contradicciones y luchas de clases y no podrá “concluir” sino en la sociedad sin clases. La otra tarea que les atañe se sigue de la anterior: embaucar a las masas sobre la utilidad de la participación en las instituciones burguesas y en los órganos de gobierno, que sólo pueden ser de carácter capitalista-imperialista.

Estos traidores a la clase obrera repiten como papagayos el discurso de sus jefes sobre el “dios-mercado” y la globalización del capital que habrían de traer la paz y el progreso a los pueblos. Intentan, con bastante torpeza, falsificar las luchas feroces entre grupos imperialistas y su contenido real, es decir, el nuevo reparto del mundo. Divagan sobre una supuesta “comunidad internacional” y al tiempo arriman el hombro a las peores empresas antiproletarias y neocolonialistas. Y de ahí a las mistificaciones de las “misiones de paz” y las “guerras humanitarias”.

Pero el desarrollo mismo de las contradicciones los desenmascara, como ha sido el caso del gobierno Prodi. En él, los “pacifistas” se sentaban con los belicistas, votaban los créditos de guerra y participaban en las protestas contra la guerra... Aprobaban la construcción de bases estratégicas del imperialismo norteamericano o de inversiones puramente capitalistas, como el TGV Lyon-Turín y todavía querían infiltrarse en las luchas contra estos proyectos.

Lo mismo sucede con las leyes de la regresión social (especialmente la del Código Laboral) y la precariedad. Esta auténtica esquizofrenia tiene como única explicación la ausencia de perspectiva imperialista y, por lo tanto, la necesidad de desarrollar un trabajo de división, recuperación y desmoralización desde el interior de los movimientos de masas. El trabajo de zapa, de “desilusión” de los “ex-revisionistas” y su fardo de imbecilidades ideológicas, como el “pacifismo”, buscan compensar esta falta de perspectiva.

En estrecha relación dialéctica con esta actividad de demolición desde el interior de las dinámicas de masas, se encuentra el ataque represivo contra la organización revolucionaria. En efecto, la mistificación sólo puede mantenerse en pie mientras nadie diga, con una teoría y una práctica consecuente, que “el rey está desnudo”, es decir, que el capitalismo está preso de sus propias leyes y contradicciones y que, por eso mismo, hunde a la sociedad en un abismo de miseria, violencia y guerra, pero que también está grávido de la Revolución proletaria y que sólo ella puede hacerle frente y derrotarlo.

Su misma debilidad les empuja a forzar a fondo este ataque, movilizando todos sus recursos ideológicos, políticos, militares, judiciales. Todo ello para evitar, para prevenir la constitución del proletariado en fuerza ideológico-político-militar independiente. La acción contrarrevolucionaria que ha llevado a este juicio responde esencialmente a esta exigencia. Del mismo modo que el juicio mediático organizado tras la razia del 12 de febrero de 2007 responde a la exigencia de descalificar la posibilidad de la revolución proletaria, calificando de “provocadores infiltrados” a las verdaderas vanguardias de la clase obrera en lucha.

No estamos aquí para declararnos culpables o inocentes. Son éstas categorías que les pertenecen a ustedes. Sólo podemos declarar que nuestra justicia no es su justicia. La suya es la que garantiza la impunidad a los capitalistas asesinos de obreros, como en ETERNIT (3.000 obreros asesinados, ¡y eso son sólo los casos probados!), en la petroquímica, entre las llamas de las acerías, en los astilleros o en la construcción. La que garantiza la impunidad a los responsables estatales de la “estrategia de la tensión”, a la violencia policial y represiva, la que está en la base legal del sistemático robo capitalista del trabajo obrero y social.

Nuestra justicia toma como referencias el fin de la explotación y la igualdad económica y social; la eliminación definitiva de la lógica del beneficio y de sus consecuencias, como son las guerras de rapiña y la destrucción del medio ambiente; el final de la opresión imperialista y la solidaridad entre los pueblos; la dictadura del proletariado como única forma institucional capaz de garantizar la construcción del socialismo y de resolver los problemas derivados de la resistencia de los explotadores y del resurgimiento de brotes capitalistas.

La única solución jurídica que admite el Estado es abjurar del antagonismo de clase. Ése es el culmen de la hipocresía de la justicia burguesa, puesto que este juicio y su sentencia son claramente los actos de guerra de clases.

¡No hay juicio que valga contra la revolución proletaria!

Es un proceso histórico, el único camino posible para la emancipación de la humanidad de la explotación feroz y de las guerras devastadoras a que la condena la putrefacción de la época imperialista del capitalismo.

La vía democrática para la transformación social no ha existido jamás; las clases que detentan el poder no lo ceden jamás democráticamente, sino siempre como consecuencia de luchas revolucionarias. Nos corresponde a nosotros, los comunistas, la tarea de indicar y marcar hoy este camino, el camino de la Revolución proletaria. Y no podemos hacerlo más que construyendo el Partido Comunista de la clase obrera, que es el único que puede dirigir la lucha por el poder mediante el desarrollo de su política revolucionaria.

No hacemos promesas a los proletarios, nosotros no les decimos: “os daremos...”, sino: “éste es el camino: ¡luchar! La libertad y la felicidad se conquistan con la lucha y en la lucha, en un largo proceso revolucionario.”

Los límites y los errores del pasado, los ensayos revolucionarios precedentes, no son una razón para rechazarlos (como le gustaría a la burguesía cuando pregona constantemente y a voz en grito la muerte del comunismo). Los límites, los errores, las contradicciones son la línea fronteriza desde la que hemos de ponernos de nuevo en marcha; son las cuestiones a resolver en los nuevos ensayos, tomando por punto de apoyo los grandes logros alcanzados. Así, la práctica y la teoría de la Guerra Popular Prolongada, que tantos frutos dio el siglo pasado. Una política revolucionaria no puede hacerse más que en la unidad de lo político-militar, en un partido que sepa reunir las mejores fuerzas de la clase obrera y el proletariado y conjugar las reivindicaciones particulares, económicas y sociales, con la necesidad de derribar el sistema capitalista, en una correcta dialéctica Partido/masas.

Para ello es necesario hacer frente a los distintos niveles de lucha con miras a desarrollar la autonomía política de la clase: impulsar el fortalecimiento de auténticos organismos de masas en el interior de las luchas y construir el Partido Comunista Político-Militar para dirigir la lucha por el poder.

Lo que significa, naturalmente, cortar el cordón umbilical oportunista con el juego político institucional, desarrollando las luchas con el objetivo puesto en la acumulación de fuerzas dentro de una estrategia precisa de lucha revolucionaria: la estrategia de la Guerra Popular Prolongada, válida universalmente para las clases y los pueblos oprimidos de la época imperialista.

No hay más justicia que la proletaria
Construir el Partido Comunista de la clase obrera en la unidad de lo político-militar
Utilizar la defensa para organizar el ataque
Construir el Frente Popular contra la guerra imperialista
Muerte al imperialismo y libertad a los pueblos

Fdo: Los militantes por la constitución del Partido Comunista Político-Militar

Notas

(1) Se trata de la derrota de la tendencia revolucionaria en el seno de la Resistencia durante la larga posguerra (hasta julio de 1948), cuando las fuerzas de la clase, armadas, trataron de dar la vuelta a la línea de conciliación y compromiso impuesta por la dirección revisionista del PCI.

(2) Esta transformación es un proceso propio, inherente al modo de producción capitalista desde siempre. El pensamiento pequeñoburgués, estúpido (y pretencioso), el de los profesores de la ideología dominante, califica estas transformaciones de “novedades absolutas” sosteniendo en todo momento que “el mundo ha cambiado totalmente”. Se trata de un intento de borrar la experiencia de la clase en el ciclo anterior, de ahogarla en el magma de una sociedad aclasista, de fragmentarla en un aséptico catálogo sociológico de categorías y profesiones.

¡La diversificación de las figuras proletarias es el aspecto formal mientras que el aspecto sustancial es la degradación sistemática del trabajo (y de todo lo vivo) en mercancía! Este doble movimiento es inherente al capitalismo desde su nacimiento y es la base material donde se plantean las posibilidades y/o dificultades de desarrollo para la recomposición de la clase (de la unidad en la lucha).

(3) Actual ministro de trabajo, ex-revisionista, en aquel tiempo se dedicaba a la represión y criminalización del movimiento revolucionario.

(4) Los 61 fueron despidos políticos “antiterroristas” en el otoño de 1979; los 23.000 fueron la primera reestructuración masiva, aprobada en octubre de 1980 tras una larga lucha.

(5) EPIFANI es el secretario general de la CGIL (el equivalente a la CGT).

(6) “Refundación Comunista”, partido revisionista surgido del antiguo PCI.

(7) Mascarones de proa del antiguo partido revisionista (PCI), en la actualidad se les podría calificar más correctamente como “ex-revisionistas”, agentes orgánicos del capitalismo y el imperialismo.Respectivamente: ministro de asuntos exteriores y vicepresidente del consejo de ministros, presidente de la República, presidente del Parlamento.


Se puede descargar el texto completo en pdf en : HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN ITALIA (1960-2008)

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