31 de diciembre de 2014

La navidad es triste para los pobres, John Cheever

John Cheever fue un escritor norteamericano empeñado en describir la realidad cotidiana y urgar en la hipocresia humana, que nos brindó historias desasosegantes sobre la sociedad capitalista que algunos siguen empeñados en llamar "el sueño americano". En el cuento "La navidad es triste para los pobres" el protagonista,  un ascensorista en un edificio residencial de Nueva York, trabajador obligado a pasar 8 horas cada día en una minúscula caja metálica que sube y baja de un piso a otro, vive el contrate del desprecio cotidiano de los vecinos burgueses con la benevolencia obligada de las fiestas navideñas que, en el fondo, esconde, como la caridad, una sacralización de la jerarquía social, una celebración del poder sobre los que están abajo en la escala social, los trabajadores y los más pobres.

Cheever describe como nadie esa infelicidad latente en la clase media americana en los tiempos de la guerra fria, la vida en los suburbios residenciales que las películas de Hollywood nos cuentan como si fueran nidos de felicidad, pero que son en realidad una forja de frustraciones de donde sale una ardiente hipocresia y un elitismo que desprecia a todos aquellos que están por debajo en la jerarquía social.


El que fue conocido como "el Chejov americano" no hace más que describir, con el realismo que también caracteríza al genio ruso, la olla a presión que se vive en un régimen capitalista como el norteamericano, donde la brutal competencia a la que se está obligado para sobrevivir hace que cada cual se transforme en un depredador para el resto, mientras, por otro lado, hay que respetar y aparentar ser un buen cristiano o un buen ciudadano en fechas simbólicas como la Navidad. En realidad, y como consecuencia de la imposición ideológica del capitalismo norteamericano en gran parte del mundo, por las buenas o por las malas, no es más que idéntica situación a la que vivimos en nuestros paises todos nosotros, en estas fechas de sonrisas forzadas, caridad hipócrita y humanidad de quita y pon.
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"La Navidad es una época triste. La frase acudió a la mente de Charlie un instante después de que el despertador hubo sonado, y le trajo otra vez la depresión amorfa que lo había perseguido toda la tarde anterior. Al otro lado de la ventana, el cielo estaba negro. Se sentó en la cama y tiró de la cadenilla de la luz que colgaba delante de su nariz. «El día de Navidad es el día más triste del año —pensó—. De todos los millones de personas que viven en Nueva York, yo soy prácticamente el único que tiene que levantarse en la fría oscuridad de las seis de la mañana el día de Navidad; prácticamente el único».

Se vistió, y al bajar la escalera desde el piso superior de la pensión donde vivía, sólo oyó unos ronquidos, para él groseros; las únicas luces encendidas eran las que habían olvidado apagar. Desayunó en un puesto ambulante que no cerraba en toda la noche, y, en un tren elevado, marchó hacia la parte alta de la ciudad. Recorrió la Tercera Avenida hasta desembocar en Sutton Place. El vecindario estaba a oscuras. Los edificios levantaban, a ambos lados de las luces callejeras, muros de ventanas negras. Millones y millones de personas dormían, y aquella pérdida general de conciencia generaba una impresión de abandono, como si la ciudad se hubiera desmoronado, como si aquel día fuese el fin del tiempo. Charlie abrió las puertas de hierro y cristal del edificio de apartamentos donde trabajaba como ascensorista desde hacía seis meses, cruzó el elegante vestíbulo y entró en el vestidor de la parte trasera. Se puso el chaleco de rayas con botones de latón, un falso fular, unos pantalones con una franja azul cielo en lacostura, y una chaqueta. El ascensorista de noche dormitaba en el banquillo dentro del ascensor. Charlie lo despertó. El hombre le dijo con voz espesa que el portero de día se había puesto enfermo y que no vendría. Enfermo el portero, Charlie no dispondría de tiempo para almorzar, y muchísima gente le pediría que saliera a buscar un taxi.

Charlie llevaba trabajando unos minutos cuando lo llamaron desde el piso catorce. Era una tal señora Hewing, que —Charlie se había enterado por casualidad— tenía fama de inmoral. La señora Hewing todavía no se había acostado, y entró en el ascensor ataviada con un vestido largo bajo el abrigo de pieles. La acompañaban dos perros de aspecto raro. Él la bajó y miró cómo salía a la oscuridad de la calle y acercaba los perros al bordillo. No estuvo fuera más de unos minutos. Volvió a entrar y él subió con ella otra vez a la planta catorce. Al salir del ascensor, ella dijo:

—Felices pascuas, Charlie.

—Bueno, para mí hoy no es precisamente un día festivo, señora Hewing —repuso él—. Creo que las Navidades son las fechas más tristes del año. Y no es porque la gente de esta casa no sea generosa, quiero decir, recibo muchas propinas, pero ¿sabe usted?, vivo solo en un cuarto de alquiler y no tengo familia ni amistades, o sea, que la Navidad no es para mí una fiesta precisamente.

—Lo siento, Charlie —dijo la señora Hewing—. Yo tampoco tengo familia. Es bastante triste estar solo, ¿verdad?

Llamó a sus perros y entró tras ellos en su apartamento. Él volvió a bajar en el ascensor.

Todo estaba tranquilo, y Charlie encendió un cigarrillo. A aquella hora, la calefacción del sótano acompasaba la respiración del edificio con su vibración regular y profunda, y los tétricos ruidos de vapor caliente que despedía la caldera empezaron a resonar primero en el vestíbulo y después en cada uno de los dieciséis pisos. Aquel despertar puramente mecánico no alivió la soledad ni el malhumor del ascensorista. La oscuridad al otro lado de las puertas de cristal se había vuelto azul, pero aquella luz azulada parecía carecer de origen; como surgida en medio del aire. Era una luz lacrimosa, y a medida que iba invadiendo la calle vacía, Charlie tuvo ganas de llorar. Entonces llegó un taxi y los Walser se apearon, borrachos y vestidos con trajes de noche, y él los subió al ático. Los Walser le hicieron reflexionar sobre la diferencia entre su propia vida en un cuarto de pensión y la vida de la gente que residía allí arriba. Era terrible.

Después empezaron a llamar los que madrugaban para ir a la iglesia, que aquella mañana no fueron sino tres personas. Algunos más salieron hacia la iglesia a las ocho en punto, pero la mayoría de los inquilinos siguieron durmiendo, aun cuando el olor a beicon y café ya penetraba en la caja del ascensor.

Poco después de las nueve, una niñera bajó con un niño. Tanto ella como él exhibían un bronceado intenso: Charlie sabía que acababan de volver de las Bermudas. Él nunca había estado en las Bermudas. Él, Charlie, era un prisionero confinado ocho horas al día en una caja de dos metros por dos y medio, a su vez confinada en un hueco de dieciséis pisos. En un inmueble u otro, llevaba diez años ganándose la vida como ascensorista.

Según sus cálculos, el trayecto medio venía a tener unos doscientos metros, y, cuando pensaba en los miles de kilómetros que había recorrido sin moverse del sitio, cuando se imaginaba a sí mismo conduciendo el ascensor a través de la bruma por encima del mar Caribe y posándose en una playa de coral de las Bermudas, no atribuía a la naturaleza misma del ascensor la estrechez de sus viajes: para él, los pasajeros eran los culpables de su confinamiento, como si la presión que aquellas vidas ejercían sobre la suya le hubiese cortado las alas.

En todo esto pensaba cuando llamaron los DePaul, que vivían en el piso nueve. Le desearon también una feliz Navidad.

—Bueno, son ustedes muy amables por pensar en mí —les dijo mientras bajaban—, pero para mí no se trata de un día festivo. La Navidad es una fecha triste cuando uno es pobre. Vivo solo en un cuarto de alquiler. No tengo familia.

—¿Con quién va a comer hoy, Charlie? —preguntó la señora DePaul.

—No voy a tener comida navideña —dijo Charlie—. Nada más que un bocadillo.

—¡Oh, Charlie! —La señora DePaul era una mujer corpulenta, de corazón vehemente, y la queja de Charlie cayó sobre su talante festivo como un súbito chubasco—. Ojalá pudiéramos compartir con usted nuestra comida de Navidad —dijo—. Yo soy de Vermont, ¿sabe?, y cuando era niña, ¿me entiende?, solíamos invitar a mucha gente a nuestra mesa. El cartero, ¿sabe?, y el maestro, y cualquiera que no tuviese familia propia, ¿no?, y ojalá pudiéramos compartir nuestra comida con usted, digo, como entonces, y no veo por qué no podemos. No podremos sentarlo a nuestra mesa porque no puede usted dejar el ascensor, ¿no es cierto?, pero en cuanto mi marido trinche el pavo, le daré un timbrazo y prepararé una bandeja para usted, ya verá, y quiero que usted suba y comparta, aunque sea así, nuestra comida de Navidad.

Charlie les dio las gracias, sorprendido por tanta generosidad, pero se preguntó si no olvidarían su promesa al llegar los parientes y amigos del matrimonio.

Luego llamó la anciana señora Gadshill, y cuando ella le deseó felices fiestas, él bajó la cabeza.

—Para mí no es precisamente fiesta —repitió—. La Navidad es un día triste para los pobres. No tengo familia, ¿sabe? Vivo solo en una habitación de huéspedes.

—Yo tampoco tengo familia, Charlie —dijo la señora Gadshill. Habló con deliberada amabilidad, pero su buen humor era forzado—. Es decir, hoy no tendré conmigo a ninguno de mis chicos. Tengo tres hijos y siete nietos, pero nadie encuentra manera de venir al este a pasar las Navidades conmigo. Yo entiendo sus problemas, desde luego. Ya sé que es difícil viajar con niños en vacaciones, aunque yo siempre me las arreglaba cuando tenía su edad, pero la gente tiene distintas formas de ver las cosas, y no podemos juzgarla por lo que no entendemos. Pero sé cómo se siente, Charlie. Yo tampoco tengo familia. Estoy tan sola como usted.

El discurso de la anciana no conmovió a Charlie. Sí, quizá estuviese sola, pero tenía un ade diez habitaciones y tres criadas, y mucha, muchísima pasta, y diamantes por todas partes, y había cantidad de niños pobres en los suburbios que se darían sobradamente por satisfechos si tuvieran ocasión de hacerse con la comida que su cocinera tiraba. Entonces pensó en los niños pobres. Se sentó en una silla del vestíbulo y se puso a pensar en ellos.

Ellos se llevaban la peor parte. A partir de otoño comenzaba toda aquella agitación a propósito de las Navidades y de que eran fechas dedicadas a ellos. Después del Día de Acción de Gracias, no podían escaparse; estaba establecido que no podían escaparse. Guirnaldas y adornos por todas partes, campanas repicando, árboles en el parque, Santa Claus en cada esquina y fotos en diarios y revistas, y en todas las paredes y las ventanas de la ciudad les anunciaban que los niños buenos tendrían cuanto quisieran. Aunque no supiesen leer, sabrían esto. Aunque fuesen ciegos. Estaba en la atmósfera que los pobres críos respiraban. Cada vez que salían de paseo, veían todos aquellos juguetes caros en los escaparates; escribían cartas a Santa Claus, y sus padres y madres les prometían echarlas al correo, y cuando los niños se habían ido a la cama, las quemaban en la estufa. Y al llegar la mañana de Navidad, ¿cómo explicarles, cómo decirles que Santa Claus sólo visitaba a los niños ricos, que nada sabía de los niños buenos? ¿Cómo mirarlos a la cara, cuando todo lo que uno podía regalarles era un globo o una piruleta?

Al volver a casa unas cuantas noches atrás, Charlie había visto a una mujer y a una chiquilla que bajaban por la calle Cincuenta y Nueve. La niña lloraba. Adivinó que estaba llorando, y supo que lloraba porque había visto en los escaparates todos los juguetes de las tiendas y no alcanzaba a comprender por qué ninguno era para ella. Imaginó que la madre era sirvienta, o quizá camarera, y las vio camino de vuelta a una habitación como la suya, con paredes verdes y sin calefacción, para cenar una sopa de lata el día de Nochebuena. Y vio luego cómo la niña colgaba en alguna parte sus raídos calcetines y se quedaba dormida, y vio a la madre buscando en su bolso algo quemeter en los calcetines… El timbre del piso once interrumpió su ensoñación.

Subió; el señor y la señora Fuller estaban esperando. Cuando le desearon feliz Navidad, él dijo:

—Bueno, para mí no es precisamente fiesta, señora Fuller. La Navidad es un día triste cuando uno es pobre.

—¿Tiene usted hijos, Charlie? —preguntó ella.

—Cuatro vivos —dijo él—. Dos en la tumba. —Se sintió abrumado por la majestad de su embuste—. Mi mujer está inválida —añadió.

—Qué triste, Charlie —lamentó la señora Fuller. Salió del ascensor cuando llegaron a la planta baja, y dio media vuelta—. Voy a darle algunos regalos para sus hijos, Charlie. Mi marido y yo vamos a hacer una visita, pero cuando volvamos le daremos algo para sus niños.

Él le dio las gracias. Luego llamaron del cuarto piso, y subió a recoger a los Weston.

—No es que sea un día festivo para mí —les dijo cuando le desearon feliz Navidad—. Es una fecha triste para los pobres. Ya ven, yo vivo solo en una pensión.

—Pobre Charlie —dijo la señora Weston—. Sé exactamente cómo se siente. Durante la guerra, cuando el señor Weston estaba lejos, yo pasé sola las Navidades. No tuve comida navideña, ni árbol ni nada. Me preparé unos huevos revueltos, me senté y me eché a llorar.

Su marido, que ya estaba en el vestíbulo, la llamó impacientemente.

—Sé exactamente cómo se siente usted —declaró la señora Weston.

Al mediodía, el olor de aves y caza había reemplazado al de beicon y café en el recinto del ascensor, y la casa, como una gigantesca y compleja granja, estaba ensimismada en la preparación de un festín doméstico. Todos los niños y las niñeras habían vuelto del parque. Abuelas y tías llegaban en enormes automóviles. La mayoría de la gente que atravesó el vestíbulo llevaba paquetes envueltos en papel de colores y lucía sus mejores pieles y sus ropas nuevas. Charlie siguió quejándose ante casi todos los inquilinos cuando éstos le deseaban felices pascuas, ya en su papel de solterón solitario, ya representando a un pobre padre, según su talante, pero aquella efusión de melancolía y la compasión que suscitaba no lograron mejorarle el ánimo.

A la una y media llamaron del piso nueve, y al subir encontró al señor DePaul, que, de pie en la puerta de su piso, sostenía una coctelera y un vaso.

—Un pequeño brindis navideño, Charlie —dijo, y le sirvió una copa. Después apareció una sirvienta con una bandeja de platos cubiertos, y la señora DePaul salió del cuarto de estar.

—Feliz Navidad, Charlie —le deseó—. Le dije a mi marido que trinchara pronto el pavo para que usted pudiera probarlo, ¿sabe? No puse el postre en la bandeja porque tuve miedo de que se derritiera, así que cuando vayamos a tomarlo ya le avisaremos.

—Y ¿qué es una Navidad sin regalos? —dijo el señor DePaul, y sacó del recibidor una caja grande y plana que colocó encima de los platos cubiertos

—Ustedes hacen que este día me parezca un auténtico día de Navidad —dijo Charlie. Las lágrimas le asomaban a los ojos—. Gracias, gracias.

—¡Feliz Navidad! ¡Felices pascuas! —exclamaron los otros, y vieron cómo Charlie se llevaba su comida y su regalo al ascensor.

Guardó ambas cosas en el vestidor cuando llegó abajo. En la bandeja había un plato de sopa, un pescado con salsa y una ración de pavo. Sonó otro timbre, pero antes de contestar abrió la caja que le habían regalado y vio que contenía una bata. La generosidad de los DePaul y la bebida que había ingerido empezaban a hacerle efecto, y subió lleno de júbilo a la planta doce. La sirvienta de la señora Gadshill lo esperaba en la puerta con una bandeja, y a su espalda estaba la anciana.

—¡Felices Navidades, Charlie! —le dijo. Él se lo agradeció y de nuevo le afluyeron las lágrimas.

Al bajar tomó un sorbo del vaso de jerez que había en la bandeja. La aportación de la señora Gadshill era un plato combinado. Comiócon los dedos la chuleta de cordero. Sonaba el timbre otra vez; se limpió la cara con una servilleta de papel y subió a la planta once.

—Feliz Navidad, Charlie —dijo la señora Fuller, que estaba en la puerta con los brazos llenos de paquetes envueltos en papel de regalo, como en un anuncio comercial. El señor Fuller, a su lado, rodeaba con el brazo a su mujer, y ambos parecían a punto de echarse a llorar.

—Aquí tiene algunas cosas para llevar a sus hijos —dijo el señor Fuller—. Y esto es para su mujer, y esto otro para usted. Y si quiere llevarlo todo al ascensor, dentro de un minuto le tendremos preparada su comida.
Charlie llevó todos los obsequios al ascensor y regresó en busca de la bandeja.

—¡Felices pascuas, Charlie! —exclamó el matrimonio cuando él cerró la puerta.

Guardó la comida y los regalos en el vestidor y abrió el paquete que iba a su nombre. Dentro había una cartera de piel de cocodrilo con las iniciales del señor Fuller en la esquina. La bandeja contenía también pavo; comió con los dedos un pedazo de carne y lo estaba regando con bebida cuando sonó el timbre. Subió de nuevo. Esta vez eran los Weston.

—¡Feliz Navidad, Charlie! —le dijeron, y lo invitaron a un ponche de huevo, le ofrecieron pavo y le entregaron un regalo. El presente era también una bata.

Luego llamaron del siete, y él subió y le dieron más comida y más obsequios. Sonó el timbre del catorce, y cuando llegó arriba vio en el recibidor a la señora Hewing, vestida con una especie de salto de cama, llevando un par de botas de montar en una mano y varias corbatas en la otra. Había estado llorando y bebiendo.

—Felices fiestas, Charlie —le deseó tiernamente—. Quería regalarle algo, he pensado en ello toda la mañana, he revuelto todo el apartamento y éstas son las únicas cosas útiles para un hombre que he podido encontrar. Es lo único que dejó el señor Brewer. Me figuro que las botas no le sirven para nada, pero ¿por qué no se queda con las corbatas?

Charlie las aceptó, le dio las gracias y volvió precipitadamente al ascensor, porque el timbre había sonado ya tres veces.

Hacia las tres de la tarde, Charlie tenía catorce bandejas de comida esparcidas por la mesa y por el suelo del vestidor, y los timbres seguían sonando. Cuando empezaba a probar un plato, tenía que subir y recoger otro, y en mitad del buey asado de los Parson tuvo que dejarlo para ir a buscar el postre del matrimonio DePaul. Dejó cerrada la puerta del vestidor, porque intuía que un acto de caridad era exclusivo y que a cada uno de sus amigos le habría disgustado descubrir que no eran ellos los únicos que trataban de aliviar su soledad. Había pavo, ganso, pollo, faisán, pichón y urogallo. Había trucha y salmón, escalopes a la crema, langosta, ostras, cangrejo, salmonete y almejas. Había pudín de ciruela, bizcocho con frutas, crema batida, trozos de helado derretido, tartas de varias capas, torten, éclairs y dos porciones de crema bávara. Tenía batas, corbatas, gemelos, calcetines y pañuelos, y uno de los inquilinos le había preguntado su talla y después le había regalado tres camisas verdes. Había una tetera de cristal, llena —según rezaba la etiqueta— de miel de jazmín, cuatro botellas de loción para después del afeitado, varios sujetalibros de alabastro y una docena de cuchillos de carne. La avalancha de caridad que Charlie había precipitado llenaba el vestidor y a ratos lo hacía sentirse inseguro, como si hubiera abierto un manantial del corazón femenino que fuese a enterrarlo vivo bajo una montaña de comida y batas. No había hecho notables progresos en la ingestión de los platos, porque todas las raciones eran anormalmente grandes, como si los donantes hubieran pensado que la soledad genera un apetito descomunal. Tampoco había abierto ninguno de los regalos para sus hijos imaginarios, pero se había bebido todo lo que le habían dado, y en derredor yacían los posos de martinis, manhattans, old-fashioneds, cócteles de champán con zumo de frambuesas, ponches, bronxes y sidecars.

Le ardía la cara. Amaba al mundo y el mundo lo amaba a él. Alrecordar su vida, la veía bajo una luz rica y maravillosa, rebosante de asombrosas experiencias y amigos excepcionales. Pensó que su trabajo de ascensorista —surcar de arriba abajo cientos de metros de peligroso espacio— requería el nervio y el intelecto de un hombre-pájaro. Todas las limitaciones de su vida, las paredes verdes de su habitación, los meses de desempleo, se desvanecieron. Nadie pulsó el timbre, pero entró en el ascensor y lo disparó a toda velocidad hasta el ático para descender de nuevo y volver a subir otra vez, a fin de poner a prueba su maravilloso dominio del espacio.

Sonó el timbre del doce mientras él viajaba, y se detuvo en el piso el tiempo  necesario para recoger a la señora Gadshill. Cuando la caja inició el descenso, él soltó los mandos, en un paroxismo de júbilo, y gritó:

—¡Ajústese el cinturón de seguridad, señora! ¡Vamos a hacer una acrobacia aérea!

La pasajera chilló. Después, por alguna razón, se sentó en el suelo del ascensor. ¿Por qué la mujer estaba tan pálida?, se preguntó Charlie. ¿Por qué se había sentado en el suelo? Ella soltó otro chillido. Charlie hizo que la caja se posase suavemente e incluso, a su juicio, hábilmente, y abrió la puerta.

—Siento haberla asustado, señora Gadshill —dijo mansamente—. Estaba bromeando.

Ella gritó de nuevo. A continuación, salió al vestíbulo llamando a gritos al superintendente.
El superintendente del inmueble despidió en el acto a Charlie, y ocupó el puesto de éste en el
ascensor. La noticia de que se había quedado sin empleo escoció a Charlie durante un minuto. Era su primer contacto del día con la mezquindad humana. Se sentó en el vestidor y empezó a roer un mondadientes. El efecto de las bebidas empezaba a abandonarlo, y aun cuando no había cesado todavía, preveía una sobriedad fatal. El exceso de comida y regalos comenzó a provocarle una sensación de culpabilidad y desprecio por sí mismo. Lamentó largamente haber mentido con respecto a sus imaginarios hijos. Era un solterón con necesidades bastante elementales. Había abusado de la bondad de los inquilinos. Era despreciable.

Entonces, mientras desfilaba por su pensamiento una secuencia de ideas ebrias, evocó la nítida silueta de su casera y de sus tres hijos flacuchos. Pudo imaginárselos sentados en el sótano. La alegría de la Navidad no había existido para ellos. La escena le llegó al alma. Darse cuenta de que él se hallaba en condiciones de dar, de hacer dichoso al prójimo sin el menor esfuerzo, le devolvió la sobriedad. Cogió un gran saco de arpillera que se usaba para la recogida de basuras y empezó a llenarlo, primero con sus propios regalos y luego con los obsequios para los niños que no tenía. Procedió con la prisa de un hombre cuyo tren se acerca a la estación, porque apenas era capaz de esperar el momento en que aquellas largas caras se iluminasen cuando él cruzara la puerta. Se cambió de ropa y, espoleado por una desconocida y prodigiosa sensación de poderío, se echó el saco al hombro como un Santa Claus cualquiera, salió por la puerta trasera y se dirigió en taxi a la zona baja del East Side.

La patrona y sus hijos acababan de comerse el pavo que les había enviado el Club Demócrata local, y estaban ahítos e incómodos cuando Charlie empezó a aporrear la puerta y a gritar: «¡Feliz Navidad!» Arrastró el saco tras él y derramó por el suelo los regalos de los niños. Había muñecas y juguetes musicales, cubos, costureros, un traje de indio y un telar, y tuvo la impresión de que, en efecto, como había esperado, su llegada disipaba la melancolía reinante. Una vez abierta la mitad de los regalos, dio un albornoz a la patrona y subió a su cuarto a examinar las cosas con que le habían obsequiado.

Ahora bien, los hijos de la casera habían recibido tantos regalos antes de que llegase Charlie que estaban confusos con aquella avalancha; la patrona, guiada por una intuitiva comprensión de la naturaleza de la caridad, les permitió abrir varios paquetes mientras Charlie estaba en la habitación, pero luego se interpuso entre los niños y los obsequios que quedaban sin abrir.

—Eh, chicos, ya tenéis bastante —dijo—. Ya habéis recibido vuestros regalos. Mirad todas las cosas que os han dado. Fijaos, ni siquiera habéis tenido tiempo de jugar con la mitad. Mary Anne, ni has mirado esa muñeca que te dio el Cuerpo de Bomberos. Sería una hermosa acción coger todo esto que sobra y llevarlo a esa pobre gente de Hudson Street: a los Deckkers. No habrán tenido regalos.

Una aura beatífica iluminó la cara de la casera cuando advirtió que podía dar, podía ser heraldo de alegría, mano salvadora en un caso de mayor necesidad que el suyo, y, al igual que la señora DePaul y la señora Weston, al igual que el propio Charlie y la señora Deckker, que a su vez habría de pensar posteriormente en los pobres Shannon, se dejó invadir primero por el amor, luego por la caridad y finalmente por una sensación de poder.

—Vamos, niños, ayudadme a recoger todo esto. De prisa, vamos, de prisa —dijo, porque ya había oscurecido y sabía que estamos obligados mutuamente a una benevolencia dispendiosa un solo y único día, y que ese día concreto estaba casi a punto de acabar. Estaba cansada, pero no podía quedarse tranquila, no podía descansar",

29 de diciembre de 2014

Biografias de la antitransición: Lluis María Xirinacs

El objeto de la serie de biografías que hemos titulado “Biografías de la Antitransición”, cuya primera entrega publicamos ahora, es doble, doblemente revolucionario, entiéndase: por un lado, arrebatar de los tentáculos del olvido a que los ha arrojado el régimen actual a una serie de intelectuales que jamás se dejaron seducir por los cantos de sirena de la monarquía del 78, o por mejor decir, del 69, año en que el régimen fascista designó al monigote borbónico como sucesor del sangriento tiranuelo golpista nacido en El Ferrol; por otro, y quizá más importante, recuperar para la causa revolucionaria, de ruptura abierta contra este presente, a unos hombres y mujeres de quienes cierto progresismo travestido de radicalidad echa mano de cuando en cuando, pretendiendo hacerlos digeribles al delicado estómago pequeño burgués, para tratar así de desacreditar resistencias u organizar tablados de farsa electoral con que seguir dando cuerda al insoportable régimen imperante en el basurero capitalista en que vivimos. Para que a nadie quepa duda nos referimos a los vacuos teorizontes de la agresión de la OTAN contra Libia y Siria, a los filosofastros de la rendición de Euskalherria.


Precisamente, como se verá, en muchos de los biografiados la resistencia vasca desempeñó un papel de guía, de faro, de sus inquietudes intelectuales y revolucionarias. La amplia negativa del pueblo vasco a someterse al sainete borbónico y su heroica resistencia, que venía de atrás y se prolongaba como un destello luminoso entre las sombras, siniestras y diestras, de la “joven democracia”, sirvió de aglutinante de un pequeño grupo de intelectuales en que la figura colosal de José Bergamín hizo las veces de eslabón entre la generación que se batió en los campos de batalla contra el fascismo en la Guerra Revolucionaria de 1936-1939 y la que ahora, entonces, se negaba a embaular el inmenso trágala de mentira y desmemoria que tan bien representa la sonrisa campechana y babosa del monigote borbónico de turno.

No era tarea sencilla la de luchar contra la que se nos venía encima. Casi todos se habían subido a ese carro de los muertos vivientes, bautizado por la propaganda democrática como “Transición”; y cada cual con una misión bien definida: a Carrillo y su camarilla de traidores les tocaba desarticular el movimiento obrero y sus capacidades de autoorganización y lucha; a Arzallus y los nacionalistas vascos burgueses, mantener a Hegoalde dentro de España; a los “reformistas”, con Suárez a la cabeza, constitucionalizar a los asesinos y torturadores que habían dado 40 años de tranquilidad a la burguesía española.

Gracias, por una parte, a la resistencia popular, que vive en nuestra memoria en nombres como Reinosa, Euskalduna, Astander, la cuenca minera asturiana, los jornaleros andaluces, los astilleros gaditanos o, más recientes, como Gamonal o Can Bies, y, por otra, a los ensayos, los poemas, los artículos, incluso los sermones, de los biografiados, el éxito de la burguesía fue parcial, incompleto.

A todos ellos nuestro humilde homenaje.

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Las biografías están tramadas a partir de información publicada en Internet, en libros y, en algunos casos, de recuerdos personales, y están realizadas con la colaboración del camarada Santiago Arroyo.


II- Lluis María Xirinacs, de "Gandhi catalán" a enaltecedor del terrorismo

Una de los objetivos de la llamada Transición Española fue el de mantener, con la pantomima democrática impuesta tras la muerte del criminal Franco, la idea fascista de la España Una, Grande y Libre, frente al ansia de libertad y soberanía de los diferentes pueblos del estado español.

La resistencia a la continuidad del franquismo en formato aparentemente democrático tuvo en la figura del protagonista de este texto, Lluis María Xirinacs Damians, a uno de los personajes más odiados por el fascismo español. Su evolución, no obstante, fue una prueba más de que contra el fascismo no se puede luchar con la palabra y la bondad y que la opción de Gadhi solo sirve, con gran placer de lasmetrópolis o de los explotadores, para, como mucho, acceder a una libertad atada y bien atada.

Xirinacs fue ordenado sacerdote a los veintidós años. Desde muy pronto, combatió la vinculación Iglesia-Estado, entre otros métodos con una larga huelga de hambre, pero, sobre todo, siempre lucharía por la independencia de los Paises Catalanes, sin aceptar jamás las componendas „democráticas” del enjuague que daría lugar al estado de las autonomias. Así, Xirinacs se convertiría en los años 70 en un fenómeno mediático, y sus huelgas de hambre para pedir la libertad de los presos políticos, le convirtieron en el "Gandhi catalán", que incluso fue propuesto para Premio Nobel de la Paz en tres ocasiones. Su fama llegó al punto más alto cuando en 1975 se plantó delante de la Cárcel Modelo de Barcelona, afirmando que no se movería hasta que salieran los presos políticos. Y allí estuvo un año y medio hasta que éstos empezaron a salir. La feroz inquina de los militantes de extrema derecha contra Xirinacs cuando permanecía sentado en actitud de desobediencia civil pasiva ante la cárcel Modelo de Barcelona, agrediéndole e insultándole, fue muy ilustrativa de qué era realmente la Transición y a quien tenía a su lado y a quien no. Los activistas fascistas que camparon por la Barcelona de la primera transición tenían en Xirinacs a su verdadera bestia negra, lo odiaban de un modo feroz, más que a cualquier dirigente comunista

En las décadas de los 60 y 70 hizo cinco huelgas de hambre más, y sería uno de los impulsores de la Asamblea de Cataluña. El régimen franquista lo encarceló dos veces (1972 y 1974-1975).

Como ya hemos dicho, fue declarado seguidor de las tesis de Gandhi y de la lucha desde la no-violencia, estuvo de pie ante la puerta de la prisión Modelo de Barcelona, doce horas cada día durante un año y nueve meses, hasta que se aprobó en España la Ley de Amnistía de 1977. Debido a la utilización de formas pacíficas de oposición, Xirinacs alcanzó notable popularidad y fue nombrado candidato para el Premio Nobel de la Paz en 1975, 1976 y 1977, sin llegar a ganarlo.

Participó en la manifestación de sacerdotes de la diócesis de Barcelona frente a la Jefatura Superior de Policía, en 1966, protestando por la sumisión a torturas del joven estudiante Joaquim Boix Lluch, fundador del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona, hoy un alto dirigente del Partido Comunista de los Pueblos de España. Los sacerdotes fueron dispersados a porrazos por miembros de la Brigada Político-social y calificados de “bonzos incordiantes” por Ignacio Agustí en el diario TeleeXprés, aludiendo a los monjes budistas vietnamitas que se inmolaban como protesta por la agresión estadounidense a su país.

En el verano de 1976, formo parte de los impulsores de la «Marxa de la Llibertat» («Marcha de la Libertad»), un conjunto de manifestaciones y actos de protesta y sensibilización, que recorrieron toda Cataluña bajo las premisas de libertad y amnistía. Dicho movimiento sufrió la actuación represiva de la policía y la Guardia Civil.

La gran manifestación por la Libertad, la Amnistía y el Estatuto de Autonomía dio la vuelta al mundo con la foto que de ella tomó Manel Armengol y que se publicó en cientos los periódicos del planeta, en la que se veía al grupo de Captaires per la Pau impulsado por Xirinacs abatido a golpes por policías armados que se ensañaban.

En 1977 en las primeras elecciones del fascismo transformista de la Transición se presenta como candidato independiente a senador, sólo con su nombre, sin ningún partido político detrás. Obtiene 549.013 votos en la circunscripción de Barcelona por la que se presenta, y entra por la puerta grande de la Cámara Alta, en la que sólo permanecerá dos años hasta la convocatoria de nuevas elecciones en 1979.
La policia disuelve a palos la Marcha de la Libertad en 1976

En las segundas elecciones del régimen Xirinacs se presenta al Congreso de los Diputados, esta vez, con un partido político detrás, se trata del BEAN: Bloc d'Esquerres d'Alliberament Nacional (Bloque de Izquierdas de Liberación Nacional), un partido en la linea actual de la CUP catalan.

En 1980 se presentó también por el BEAN a las primeras elecciones al Parlamento de Cataluña después del franquismo, aunque tampoco obtuvo  representación.

Abandonó entonces la política activa, y en 1984 fue convencido por Agustí Chalaux para crear, junto con otras personas, el Centro de Estudios Joan Bardina con el objetivo de elaborar un entonces nuevo modelo político, económico y social.

En 1990 Xirinacs abandonó el sacerdocio, tras la constatación de que la iglesia catalana había aceptado la continuidad del régimen fascista y la división en autonomías artificiales de los Paises Catalanes.

A los 65 años, se doctoró en Filosofía, después de una brillante carrera de licenciatura, donde obtuvo matrícula de honor en todas las asignaturas..

El año 2000 decidió volver a sus métodos iniciales y plantarse cada día en la Plaça Sant Jaume para pedir la independencia de los Países Catalanes, aunque la censura mediática y la persecución contra toda oposición a la continuidad del franquismo hace que no se sienta respaldado en su lucha.

En 2002, en un mitin en el Fossar de les Moreres, donde se concentran las fuerzas extraparlamentarias independentistas, Xirinacs toma la palabra e hizo una valoración de su lucha hasta ese momento, declaraciones que escocerían a los cortesanos del régimen surgido en la Transición, y en las que también hacía autocrítica:

Gandhi decía que el no violento no puede tratar con neutralidad a las partes de un conflicto violento: el agresor es el enemigo, el agredido es el amigo, aunque sea violento. Yo he intentado toda la vida luchar por la vía no violenta. Sin embargo declaro aquí y lo digo bien alto por si me escucha algún policía o fiscal: me declaro enemigo del Estado español y amigo de ETA y de Batasuna. (...) Y además, con estilos diferentes. ETA, como está en guerra, mata, pero no arranca uñas. Yo he estado en prisión con gente de ETA con las uñas arrancadas. ETA mata pero no tortura. En cambio Lasa y Zabala murieron torturados. ETA, cuando tira una bomba en un lugar que puede herir a gente que no son militares o que no estén relacionados con los opresores avisa. ¿Sabéis lo que cuesta robar la dinamita, pagarla, transportarla, colocarla, y encima cuando tienen todo a punto, avisa que la desactiven? ¿Por qué hace esto? Lo hace porque aún conserva un poco de nobleza del estilo de Ginebra, y la conserva porque los otros no la han maleado más. ¿Por qué lleva la gente de ETA una vida de ratas, de escondidos, de cloacas, perseguidos? No pueden tener novias, no pueden tener hijos, no pueden ir al cine, no pueden tener nada, y si a veces hieren a algún inocente, no es su voluntad"

En la supuesta democracia de la libertad de expresión, sus declaraciones fueron denunciadas y juzgadas por la Audiencia Nacional, el nombre que adopta el Tribunal de Orden Público franquista en el nuevo régimen que continua, con algo de maquillaje democrático, la dictadura, acusándolo de algo que, después de diez años, sigue siendo el principal recurso represivo contra la protesta y la disidencia, a pesar de que ETA ya se ha rendido, el enaltecimiento del terrorismo; por ellas fue condenado a dos años de prisión y cuatro de inhabilitación, que, sin embargo, nunca llegó a cumplir.

El 11 de agosto de 2007, el cuerpo sin vida de Lluís Maria Xirinacs es encontrado en una zona boscosa de la población de Orgassa en la comarca del Ripollés. En su bolsillo se encuentra un papel titulado "Declaración de soberanía" en el que puede leerse:

"He vivido esclavo setenta y cinco años en unos Paises Catalanes ocupados por España y por Francia desde hace siglos. He vivido luchando contra esta esclavitud todos los años de mi vida adulta. Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza de la humanidad y del universo. Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en la liberación y la defensa. Amigos, aceptadme este final victorioso de mi batalla, para contrarrestar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo. Hoy mi nación se vuelve soberana absoluta en mi. Ellos han perdido un esclavo. Ella es un poco más libre, porque yo estoy entre vosotros, amigos"

Xirinacs nunca se tragó la estafa de la Transición, y la entendio tal y como fue: como una operación mediática y propagandística para continuar en vigor el franquismo aparentando que había sido sustituido por una democracia, y que, en una aberrante burla a los derechos humanos, iguala a opresores y oprimidos, a criminales con víctimas, perdonando a todos los asesinos franquistas que, no obstante, fueron los que diseñaron la transición y dirigieron, y dirigen,  el régimen actual.

El díscolo sacerdote catalán siempre defendió el derecho del pueblo catalán, de todos los Paises Catalanes, a la autodeterminación, y jamás aceptó ese mejunge adormecedor que fue la España de las Autonomias, con el que se consiguió contiunar la ideología franquista de la Una, Grande y Libre dándo una apariencia de libertad a los pueblos que, como se ve todavia hoy, en 2014, es solo zanahoria para el borrico. De hecho, este año hemos asistido al espectáculo paradójico de la supuesta democracia española, en la que se ha prohibido ejercer el derecho democrático básico, el del voto, a los catalanes para decidir su destino.

Algo que Xirinacs, que luchó por la libertad de los catalanes de elegir su propio futuro durante toda su vida, entendió desde el primer momento: la transición no es más que la pervivencia del depredador fascista disfrazada de ovejita democrática; al final se dio cuenta de que aceptando el papel de borregos no se puede vencer a los lobos, y por ello, al final de su vida, se atrevió a reconocer que la opción Gandhi no lleva a ningún sitio, salvo, como sucedió con la lucha del líder hindú, a dónde quería la metrópolis, una pseudoindependencia controlada, y que con el fascismo no vale para nada el diálogo ni las buenas intenciones pues, la única manera de acabar con la barbarie es destruyéndola, enfrentándose a ella con todas las armas disponibles. Reconocio, bastante tarde, lo que ya había afirmado el Ché Guevara en uno de sus famosos discursos, "con el imperialismo ni un tantito así".

Estemos o no de acuerdo con las ideas sobre los Paises Catalanes de Xirinacs, lo cierto es que fue un hombre lúcido que vio, mientras la mayoría de los intelectuales cerraban los ojos para tener acceso a su parte del pastel, la verdadera esencia de la transición, esa gran burla a los caidos por la democracia y el socialismo frente a la bestia fascista, cuyas consecuencias sufren cada vez de manera más sangrante los trabajadores y los pueblos del estado español.

Para acabar de entender sus ideas y su manera de ver las cosas y actuar hay disponible actualmente un video homenaje al luchador contra las miserias de la transición que fue Xirinacs,  editado por Llibertat.cat.

Homenaje de la Red de Blogs Comunistas a las luchas populares llevadas a cabo durante 2014

Desde la Red de Blogs Comunistas (RBC) queremos hacer un homenaje a las luchas populares llevadas a cabo durante todo este año, 2014, en sus diferentes manifestaciones, tanto en forma de protestas organizadas como de revueltas urbanas o campesinas o, especialmente, a las diferentes luchas armadas antifascistas y antiimperialistas.

Nuestro objetivo es rendir homenaje a la clase obrera y a las clases populares en las luchas de masas llevadas a cabo durante este año, 2014, tanto en lo referido a protestas políticas –reivindicativas, de defensa y ampliación de las libertades democráticas y transformación de todo el sistema social- como a las revueltas urbanas y campesinas, especialmente a través de guerras revolucionarias de liberación antiimperialista y democráticas antifascistas.

Creemos firmemente en que, como afirmó Lenin, "No hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria y viceversa", y que, en consecuencia, el marxismo-leninismo como única y consecuente ideología revolucionaria y científica deberá ocupar la posición de vanguardia; por lo que todo comunista ha de apoyar y solidarizarse con cualquier puesta en práctica de la lucha contra la opresión y la explotación, tal y como se defiende ya desde nuestro propio manifiesto fundador, El Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels, en un axioma que hemos hecho propio y que hemos asumido como lema: „los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia el orden social existente”.

Del mismo modo, asumimos también como propia, como guía de nuestra acción y posicionamiento ante los acontecimientos, la expresión del camarada Mao que se puede aplicar ante toda situación de injusticia (y el capitalismo, en sus diferentes formatos, el de la aparente democracia burguesa como el de la abierta tiranía fascista), y que concreta en sí mismo la esencia del marxismo-leninismo: ”La rebelión se justifica”.

Por todo ello, hacemos propias todas las luchas que a continuación se citan, como expresión de la guerra continua de los trabajadores, campesinos y pueblos de todo el mundo contra el imperialismo y el fascismo, las que nosotros desde aquí, desde nuestra Red de Blog Comunistas, queremos recordarlas y homenajearlas para que sirvan de ejemplo para este año que va a empezar, 2015, sin duda un año menos para el triunfo final de las luchas de los explotados para alcanzar el final inevitable de la evolución humana: la construcción de una sociedad sin explotación.

Pidiendo disculpas por cualquier olvido involuntario que hubiéramos podido cometer en nuestro trabajo recopilatorio, deseamos, finalmente, que 2015 sea un año revolucionario.

!Por un año 2015 pleno de luchas antifascistas y antiimperialistas en pos del socialismo, lleno de triunfos de los ejércitos populares!



Protestas y manifestaciones en 2014:

–Hamburgo, declaración de estado de excepción (enero). Anuncio de desalojo del centro cultural Rote Flora, ocupado desde hace 25 años por grupos anarquistas, después que un empresario inmobiliario lo haya comprado al ayuntamiento.
Gamonal (España). Por la decisión del Ayuntamiento de Burgos de gastar 8,5 millones de euros en construir un bulevar sobre la antigua calle Vitoria, uno de los principales ejes de la urbe burgalesa (enero).
–Portugal, contra los recortes  (febrero-marzo). Miles de personas se manifestaron en las principales ciudades portuguesas para protestar contra la aprobación de más recortes de pensiones, así como otros ajustes en la Función Pública.
Revueltas en Bosnia (febrero). Un país con una tasa de desempleo real que se estima alcanza el 44% (los datos oficiales lo reducen a la mitad), llegando casi al 70% en el caso de los/as jóvenes.
–Turquía, protestas por el asesinato del adolescente Berkin Elvan y contra el régimen de Erdogan (marzo). Después de 9 meses en coma, 269 días en concreto, Berkin Elvan falleció el 12 de marzo de 2014 a sus 15 años. El hecho que resultará ser una víctima mortal inocente, que en ningún momento participó en las protestas, lo ha convertido en un símbolo de lucha contra la represión del Gobierno.
–Marcha de la Dignidad en España, convocada por diferentes organizaciones sociales y movimientos políticos socialistas, como el Sindicato Andaluz de Trabajadores (marzo)
–Colombia, huelgas agrarias (abril-mayo). Los campesinos necesitan soluciones para los altos costos de insumos, combustibles, abonos y plaguicidas; la irrupción de la minería y el daño al medio ambiente; las deudas con la banca pública y privada.
–Grecia, acampadas de las limpiadoras frente el Ministerio de Hacienda (mayo). Durante ocho meses  protestaron diariamente frente al Ministerio de Hacienda. En esta lucha estuvieron  junto al pueblo y con los miles de  “disponibles” despedidos por las medidas del gobierno y de la troika, que destruyen sus vidas  y los llevan a la miseria total.
–Brasil, protestas contra el Mundial  (mayo-junio). Brasil, con más de 200 millones de habitantes se niega a albergar un evento de tal calibre sabiendo que estadios como el de Curitiba o el de Fortaleza han llegado a costar más de 500 millones de euros, mientras el sistema educativo se tambalea y el sanitario sufre un fuerte recorte de inversión.
–Manifestación contra la monarquía y a favor de la república (España) (junio). Miles de personas se manifestaron en decenas de ciudades de toda España a favor de la República y para pedir un referéndum en el que los españoles se pronuncien sobre la continuidad de la Monarquía, tras la abdicación del Rey Juan Carlos.
–Huelga de médicos de 120 días en Perú (julio-octubre)
–Concentración en La Linea de la Concepción, Cádiz, organizada por el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), contra los paraisos fiscales, las bases de la OTAN y la devolución de Gibraltar a Andalucía (agosto)
–Gales, protestas contra la OTAN (septiembre). Más de 20 mil personas de todo el mundo acudieron a Gales para condenar al pacto trasatlántico, en rechazo a la amenaza global que representa esta "alianza bélica" por la militarización de Europa y la posesión de grandes arsenales nucleares.
–Manifestación a favor de la independencia en Cataluña 11-S (España) (septiembre). El proceso soberanista catalán recibió un importante impulso con la masiva manifestación que ocupó 11 kilómetros de las principales arterias de Barcelona en defensa de la consulta del 9 de noviembre y de la independencia.
–Hong Kong  (septiembre-octubre). Para demandar que se retire la reforma electoral del Congreso Nacional del Pueblo que limita los candidatos a personas afines al régimen chino.
–II Marcha de la Dignidad en España, convocada por diferentes organizaciones sociales y movimientos políticos socialistas, como el Sindicato Andaluz de Trabajadores (Octubre)
–Hungría, protestas contra Orban y sus leyes contra el impuesto/internet (Octubre). Sólo en Budapest se reunieron entre 20.000 y 30.000 manifestantes para expresar su rechazo contra el nuevo impuesto.
–Paraguay Protestas campesinas (Noviembre). Los trabajadores rurales reclaman condonación de sus deudas por la afectación de las cosechas debido a la sequía y ayuda oficial a la agricultura familiar, golpeada por el latifundio.
–Protestas en México por el secuestro de los 43 normalistas (septiembre-diciembre). Se sigue exigiendo a las autoridades que aclaren la situación de los 43 estudiantes normalistas del Estado de Guerrero, que fueron desaparecidos por querer que la voz de los pobres fuera escuchada.
–Burkina Faso (octubre-noviembre). El presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré, dimitió el 31 de octubre de su cargo después de tres días de protestas masivas y violentas en las calles del país que reclamaban su marcha tras 27 años en el poder, al que llegó mediante un golpe de Estado.
–Italia, huelga general por la reforma laboral (12 de diciembre). Trabajadores del sector público y privado han secundado una huelga para protestar por las reformas en el mercado laboral y las medidas de austeridad que pretende poner en marcha el Ejecutivo de Renzi.
–Bulgaria, protestas contra el aumento de la edad de jubilación (Diciembre). El Gobierno de coalición del primer ministro Boiko Borisov ha propuesto elevar la edad de jubilación de los obreros a cuatro meses, una medida que afecta de forma inmediata a unos 15 mil trabajadores del país europeo.
–Haití (diciembre). Violentas protestas piden la celebración de elecciones y la salida del poder tanto del primer ministro Lamothe como del presidente Michel Martelly.
–Ferguson (EEUU) (agosto-diciembre). Por la decisión de un gran jurado de no imputar al agente de policía blanco que mató en agosto a Michael Brown, un afroamericano de 18 años desarmado.
–Brasil, manifestaciones repudio asesinato líder campesino Cleomar Rodrigues (octubre-diciembre). El pasado día 22 de octubre fue asesinado por pistoleros a sueldo de los latifundistas, en la localidad brasileña de Pedras de Maria da Cruz, tras sufrir diversas amenazas por parte de los latifundistas locales.
–Expansión comunas venezolanas. Éstas van creciendo a buen ritmo se estima que para finales de 2014 se llegue a la cifra de 3000.
–Protestas en Francia contra violencia policial (Noviembre). En París y Sivens marchó cerca de un millar de personas. Plantaron árboles en honor a Rémi Fraisse, muerto con una granada de gas lacrimógeno.
–Sudáfrica. La Sudáfrica más pobre protesta por la falta, o la insuficiencia, de servicios básicos como el agua potable o la electricidad. Cada día son más los antiguos guetos negros de la época del apartheid y los barrios de chabolas que se añaden a la lista.
–Protestas en Perú contra la ley laboral (Diciembre). La Ley Laboral Juvenil quiere implantar un régimen de trabajo temporal de un máximo de cinco años, el pago de una remuneración mínima (unos 256 dólares), una jornada de ocho horas de trabajo, 15 días de vacaciones (en vez de 30), afiliación al seguro social de salud.
–Puerto Rico, subida del impuesto del petróleo (Diciembre): Protestas por el aumento del impuesto al crudo, destinado a garantizar a los bonistas el pago de dos mil millones de dólares en deudas de la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT), además de inyectar capital al Banco Gubernamental de Fomento (BGF), que está al borde de la insolvencia.

Luchas y guerras antifascistas y antiimperialistas en 2014:

–Guerra Popular India
*Actividades en Suecia, Holanda y Colombia por el 25 de enero de 2014. Día Internacional de Lucha y Solidaridad con los Presos Políticos en la India
*Campaña de boicot a las fraudulentas elecciones en la India (Abril)
*Unificación del PC de la India (ML) Naxalbari y el PC de la India (Maoísta) en el 1 de mayo
*Secuestro del profesor de la Universidad de Delhi y dirigente del Frente Democrático Revolucionario (FDR), Dr G N Saibaba el 9 de mayo
            *Reaparece la revista maoísta “People´s March” Junio 2014
            *Semana de los Mártires (28 julio-3 agosto)
*10 años de la creación del Partido Comunista de la India (Maoísta) 21 de septiembre
*Encuentro Internacional de apoyo a la Guerra Popular en la India-Italia 27 y 28 de Septiembre
*14º aniversario de la formación del valeroso Ejército Guerrillero de Liberación Popular (EGLP) 2 de Diciembre
–Guerra Popular Filipinas
*45º aniversario de la fundación del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP) de Filipinas (29 de marzo)
–Turquía, TKP/ML-TIKKO
–República Centroafricana, resistencia contra la agresión imperialista francesa
–Intifada kurda, lucha contra el ISIS
–Resistencia antifascista en Novorossia  (febrero-diciembre)
–Palestina, conflicto entre la Franja de Gaza e Israel (julio-agosto)
–Kobane (Siria) (julio-diciembre). Durante el 1 de noviembre se celebró el día mundial de movilizaciones ciudadanas en solidaridad con la población kurda y con la región autónoma y autogestionaria de Rojava.
–EPP (Ejército Popular del Paraguay)
–FARC
–Guerra Popular del Perú
–Resistencia antiimperialista de Libia contra EEUU, la OTAN y Al Qaeda

28 de diciembre de 2014

La historia de Liubao (película china de 1957)

The Story of Liubao Village La historia de Liubao es una película de la República Popular China de 1957, dirigida por Wang Ping, y protagonizada por Lia Youliang y Tao Yulin.

Se enmarca durante la guerra que terminaría con el triunfo de la Revolución China.

Li Jin, un soldado rojo, está acuartelado en la ciudad de Liubao con su destacamento. Durante su estancia, el se enamora de una chica de la ciudad, Ermeizi, aunque pronto tendrá que abandonar la localidad con sus tropas durante años, por lo que pierde contacto con ella.

Muchos años después, tras el triunfo de la Revolución y la derrota de los imperialitas y los reaccionarios, Jin vuelve a Liubao y se reencuentra con Ermeizi.

 .


Vista en La Espina Roja

Los ladrones siguen siendo los mismos: una viñeta de 1971 muy de actualidad

La siguiente viñeta es de Manuel Fernández González, y fue publicada en el número de la revista Sábado Gráfico del 6/2/1971. Sábado Gráfico se consolidó en sus 27 años en la calle (1956-1983) en uno de los referentes de la prensa "independiente", en la medida que se puede serlo en un régimen capitalista, abiertamente dictatorial o con maquillaje democrático,  durante el franquismo y la Transición.

En la viñeta se puede comprobar que los ladrones de entonces eran los mismos que los de hoy día, y los métodos utilizados para sus crímenes, idénticos. Al fin y al cabo, la clase parásita de entonces dejó todo bien atado para que los de su calaña siguieran viviendo a costa del trabajo ajeno y saqueando la riqueza del país:

Manuel Fernández González Viñeta vista en Yometiroalmente

27 de diciembre de 2014

Alabanza al revolucionario (Bertolt Brecht)

Rudolf Schlichter, Bertold Brecht, 1926
Cuando la opresión va a más
muchos otros se desmoralizan,
pero su valor crece.

Él es quien organiza la lucha
por ese centavo del salario, por el agua del té
y por el poder dentro del Estado.

Le pregunta a la propiedad:
¿De quién eres?
Le pregunta a las ideas:
¿A quién sirven?

Allá donde reine el silencio
hablará él.
Y donde impere la opresión y se hable del destino
dirá él ambos nombres.

Allá donde él se siente a la mesa
se sienta también el descontento.
La comida sabe mal
y se reconoce que el cuarto es estrecho.

Allá donde lo persigan
allá estará la rebelión y allá de donde lo echen
quedará la intranquilidad.



26 de diciembre de 2014

Navidad en la España del PP$OE

Rajoy dice que la crisis ha pasado...!Será para los mafiosos como él, para los criminales y ladrones que su gobierno representa! La realidad es que los madrileños (como los españoles en otras ciudades del país) han tenido que recurrir más que nunca a ponerse a la cola para recibir alimentos de instituciones caritativas, como algo propio del viaje al pasado al que están empujando a los trabajadores los salvajes gobiernos neoliberales del PP y del PSOE.

Sin embargo, la  mendicidad y la caridad no solucionan nada, sino que perpetuan el problema. La única forma de cambiar las cosas es exigir lo que es nuestro, recuperar nuestra dignidad y destruir el sistema que permite que unos, los parásitos, disfruten de lo que la mayoría produce y someta a sus caprichos la vida de los trabajadores.

Pues, parafraseando a Durruti, la libertad, como el derecho al bienestar o a la dignidad, no se mendiga, se toma por asalto.


25 de diciembre de 2014

Los burgueses, Jacques Brel

"Los burgueses son como los gorrinos cuanto más viejos, más tontos son Los burgueses son como los cerdos cuanto más viejos, más gili…"

 A Jacques Brel se le conoce sobretodo por sus canciones románticas, pero también, como todo aquel con dos dedos de frente, sabía cual era el mayor enemigo de la humanidad: la burguesía y la ideología que la crea, sostiene y desarrolla, el capitalismo. También sabía, y quizás para eso haya que tener tres dedos de frente, no dos, que en el sistema totalitario que es el capitalismo, régimen en el que la libertad es del todo imposible, todos llevamos dentro el virus burgués, y que el primer combate que hay que llevar a cabo para luchar contra él es el que nos enfrenta a nosotros mismos. Sin ese paso, que la mayoria de los que se dicen "comunistas" no son capaces ni han pensado jamás llevar a cabo, no seremos más que burgueses que se creen otra cosa, independientemente de que trabajemos en una gran fábrica, seamos desempleados, hagamos barricadas o tengamos un blog.

En resumen, si no asumimos que nuestro primer deber como comunistas, revolucionarios, es la permanente lucha contra el inevitable burgués que todos llevamos dentro bajo un sistema capitalista, nunca podremos ser sinceros, honestos, ni con los camaradas ni con nosotros mismos, ni estar permanentemente alerta y dispuestos al combate en la cotidiana lucha de clases pues, como afirmó Mao Tse Tung en una verdad esencial que es necesario comprender para evitar futuros nuevos triunfos del revisionismo y, por ende, del fascismo y del capitalismo,   "El peor enemigo de la revolución es el burgués que todos llevamos dentro".

 


 LOS BURGUESES


El corazón en caliente
los ojos llenos de cerveza
Casa de la gorda Adrienne de Montalant
con el amigo Jojo
y con el amigo Pierre
íbamos a beber nuestros veinte años
Jojo bebía por Voltaire
y Pierre por Casanova
y yo, yo que era el más orgulloso,
yo, bebía por mí.
Y cuando hacia medianoche pasan los notarios
que salen del Hotel de los Tres Faisanes
les enseñamos el culo y nuestras buenos modales
cantándoles:
Los burgueses son como los gorrinos
cuanto más viejos, más tontos
Los burgueses son como los cerdos
cuanto más viejos, más gili…
El corazón en caliente
los ojos llenos de cerveza
casa de la gorda Adrienne de Montalant
con el amigo Jojo
y con el amigo Pierre
íbamos a quemar nuestros veinte años
Voltaire bailaba como un vicario
y Casanova no se atrevía
Y yo, que seguía siendo el más orgulloso,
yo estaba casi tan borracho como yo
y cuando hacia la medianoche pasan los notarios
que salen del Hotel de los Tres Faisanes
les enseñamos el culo y nuestraos buenos modales
cantándoles
Los burgueses son como los gorrinos
cuanto más viejos, más tontos
Los burgueses son como los cerdos
cuanto más viejos, más gili…
El corazón en reposo
los ojos hacia la tierra
en el bar del Hotel de los Tres Faisanes
con el Notario Jojo
y el Notario Pierre
entre notarios pasamos el tiempo
Jojo habla de Voltaire
y Pierre de Casanova
y yo, yo que que sigo siendo el más orgulloso,
yo sigo hablando de mí
Y al salir hacia la medianoche, Señor Comisario
todas los días , desde Casa de la Montalant
unos jóvenes desharrapados nos muestran su trasero
cantándonos
Los burgueses son como los gorrinos
cuanto más viejos, más tontos son
Los burgueses son como los cerdos
cuanto más viejos, más gili…

24 de diciembre de 2014

Continua la sangria en EE.UU.: la policia asesina a otro joven negro desarmado

Otro joven negro ha sido asesinado por un agente de la policía de San Luis, ciudad cercana a Ferguson (Missouri). Una víctima más de la larga lista de crímenes raciales aplicados metódicamente, como política de estado, en EE.UU.  El nuevo asesinato parece ser un desafio de las autoridades norteamericanas y de sus matones policiales a las manifestaciones masivas que han tenido lugar en las grandes ciudades del país tras la serie de ejecuciones por motivos raciales llevadas a cabmetódicamente, como política de estado, en EE.UU.

El nuevo asesinato parece ser un desafio de las autoridades norteamericanas y de sus matones policiales a las manifestaciones masivas que han tenido lugar en las grandes ciudades del país tras la serie de ejecuciones por motivos raciales llevadas a cabo por la policia del sur de EE.UU., que se iniciaron en Ferguson.

El cuerpo de Antonio Martin, de 18 años, fue fotografiado cubierto con una sábana amarilla en la ciudad de San Luis, donde estudiaba en la escuela secundaria Jennings Senior, según informa 'STLtoday'.

El adolescente fue fue asesinado en una gasolinera en el barrio de Berkeley. Los usuarios de los medios sociales han fotos y videos hechos por la madre de Martin, que ha afirmado que la la Policía empezó a disparar aunque su hijo estaba desarmado, en un modus operandi habitual cuando se trata de un joven negro, como ha demostrado la serie de crímenes de los últimos meses.

Los testigos dicen que Antonio Martin no murió hasta aproximadamente media hora después de haber sido baleado por la Policía. Una multitud se ha reunido en el lugar. Algunos protestantes han logrado romper la cinta policial y ahora están en el lugar de los hechos. Se informa de choques entre la multitud y la Policía en el escenario, acompañados por el sonido de fuertes explosiones.

La madre de la nueva víctima del racismo de estado nortearmericano dijo que su hijo estaba con su novia en el momento de los disparos. La chica permaneció en el lugar de los hechos, pero se negó a hablar con los periodistas.

Es obvio que se trata de un desafio de las autoridades a la ciudadanía norteamericana, cada vez más harta de que bajo la máscara democrática de los gobiernos e instituciones norteamericanas se haye una ideología fascista y, como tal, sanguinaria.. Algo que no es precisamente nuevo, pues es evidente que el fascismo y el capitalismo son dos rostros de la misma bestia criminal, que seguirá siendo el enemigo público número uno de la humanidad mientras no le cortemos de una vez por todas sus dos cabezas.

16 de diciembre de 2014

Biografias de la antitransición: Pablo Sorozabal



El objeto de la serie de biografías que hemos titulado “Biografías de la Antitransición”, cuya primera entrega publicamos ahora, es doble, doblemente revolucionario, entiéndase: por un lado, arrebatar de los tentáculos del olvido a que los ha arrojado el régimen actual a una serie de intelectuales que jamás se dejaron seducir por los cantos de sirena de la monarquía del 78, o por mejor decir, del 69, año en que el régimen fascista designó al monigote borbónico como sucesor del sangriento tiranuelo golpista nacido en El Ferrol; por otro, y quizá más importante, recuperar para la causa revolucionaria, de ruptura abierta contra este presente, a unos hombres y mujeres de quienes cierto progresismo travestido de radicalidad echa mano de cuando en cuando, pretendiendo hacerlos digeribles al delicado estómago pequeño burgués, para tratar así de desacreditar resistencias u organizar tablados de farsa electoral con que seguir dando cuerda al insoportable régimen imperante en el basurero capitalista en que vivimos. Para que a nadie quepa duda nos referimos a los vacuos teorizontes de la agresión de la OTAN contra Libia y Siria, a los filosofastros de la rendición de Euskalherria.


Precisamente, como se verá, en muchos de los biografiados la resistencia vasca desempeñó un papel de guía, de faro, de sus inquietudes intelectuales y revolucionarias. La amplia negativa del pueblo vasco a someterse al sainete borbónico y su heroica resistencia, que venía de atrás y se prolongaba como un destello luminoso entre las sombras, siniestras y diestras, de la “joven democracia”, sirvió de aglutinante de un pequeño grupo de intelectuales en que la figura colosal de José Bergamín hizo las veces de eslabón entre la generación que se batió en los campos de batalla contra el fascismo en la Guerra Revolucionaria de 1936-1939 y la que ahora, entonces, se negaba a embaular el inmenso trágala de mentira y desmemoria que tan bien representa la sonrisa campechana y babosa del monigote borbónico de turno.
No era tarea sencilla la de luchar contra la que se nos venía encima. Casi todos se habían subido a ese carro de los muertos vivientes, bautizado por la propaganda democrática como “Transición”; y cada cual con una misión bien definida: a Carrillo y su camarilla de traidores les tocaba desarticular el movimiento obrero y sus capacidades de autoorganización y lucha; a Arzallus y los nacionalistas vascos burgueses, mantener a Hegoalde dentro de España; a los “reformistas”, con Suárez a la cabeza, constitucionalizar a los asesinos y torturadores que habían dado 40 años de tranquilidad a la burguesía española.

Gracias, por una parte, a la resistencia popular, que vive en nuestra memoria en nombres como Reinosa, Euskalduna, Astander, la cuenca minera asturiana, los jornaleros andaluces, los astilleros gaditanos o, más recientes, como Gamonal o Can Bies, y, por otra, a los ensayos, los poemas, los artículos, incluso los sermones, de los biografiados, el éxito de la burguesía fue parcial, incompleto.

A todos ellos nuestro humilde homenaje.

***

Las biografías están tramadas a partir de información publicada en Internet, en libros y, en algunos casos, de recuerdos personales, y están realizadas con la colaboración del camarada Santiago Arroyo.



I- UNA REIVINDICACIÓN DE PABLO SOROZÁBAL SERRANO

Hasta qué punto no sería el comunista Pablo Sorozábal Serrano “intratable” –su pensamiento y su palabra comunistas-, que incluso algunos de quienes “glosaron” su figura y su obra en los días posteriores a su muerte, acaecida el 6 de septiembre de 2007, no pudieron evitar censurar –sí, ¡censurar!- uno de sus artículos más conocidos: su “Elogio sentimental del tanque ruso”, publicado en Egin años atrás.

No podían silenciar la muerte de Pablo Sorozábal. No se atrevieron a hacerlo ni en Gara[1].
No. Y como no tuvieron arrestos, no encontraron mejor modo de deshacerse del incómodo comunista que colgándolo de la soga del ditirambo y apretando bien alrededor de su cuello el nudo de la loa, hasta que su lengua roja, roja de comunista, asomara amoratada, posibilista. Es decir, había que rematar al comunista muerto como sólo son capaces de hacerlo los trosquistas: ¡A comunista muerto, gran alabanza! Lo de siempre: ni el «¡Viva la muerte!» alla Millán-Astray, ni el valiente «¡Muera la vida!» con que le respondió Unamuno, sino el cobarde y abyecto «¡Viva la vida muerta!», lema y emblema de todos los posibilismos.

El cumplido papel de enterradores del comunista Sorozábal se lo repartieron entre un tal Darwin Palermo y el filosofastro Alba Rico, este último encargado de arrojar la última paletada de lisonja necrofílica.

Con un cinismo de más calibre que los cristales de los lentes del mismísimo Trosqui, publicaba el tal Palermo en Rendición (www.rebelion.org/noticia.php?id=55927) la siguiente versión del mencionado “Elogio sentimental del tanque ruso”:

“Casi todo el mundo parece estar muy contento porque el tanque ruso ha hecho mutis por el foro. Pues bien, lamento mucho dar la nota, siento –lo siento por mí– no unirme al coro, pero es que me resulta imposible. No es que me guste practicar el esnobismo de ir a contrapelo. Al contrario, lo detesto. Uno de mis mayores placeres (y declaro que el hedonismo es lo mío) consiste en no discrepar de la mayoría, sino coincidir con ella. (…) Pero (…) debo confesar, y confieso, que aquel ente mítico pero real, aquella fiera de plomo y acero (discúlpenme los estilistas del idioma por la vulgaridad de la metáfora, y los ingenieros armamentísticos por el presumible error metalúrgico) siempre fue objeto de mis amores. Sí, siempre amé, y sigo amando con pasión, con ternura, con devoción y con devoción y con delirio al carro de combate del Ejército Rojo, más conocido por ‘tanque ruso’.

Pese a mi extrema juventud (sólo llevo en este mundo cincuenta y cinco años), mis relaciones amorosas con el tanque ruso datan de muy atrás. Sin pretensiones de exactitud, me atrevería, sin embargo, a afirmar que mi affaire erótico con el tanque ruso dura ya cuarenta y cinco años. Todo comenzó, sin duda, cuando mi padre me habló por primera vez de aquellos tanques rusos que acudieron en ayuda de los milicianos y se lanzaron a contener el formidable embate de la no menos formidable máquina de guerra que italianos y alemanes habían puesto a disposición del general Franco.

(…) Siempre odié la guerra y la odio. Siempre amé la paz, y la amo. He aquí justamente la razón por la que el tanque ruso suscitó en mí tan hondos sentimientos de ternura, de admiración y solidario fervor. El tanque ruso enarbolaba la bandera de la hoz y el martillo, la roja bandera del comunismo internacionalista, esto es, la bandera de la paz, la razón, la humanidad y la justicia. Ahora bien, si es cierto que el tanque ruso se convirtió en símbolo de la victoriosa revolución socialista decidida no sólo a terminar de una vez por todas con la barbarie capitalista en los territorios del antiguo imperio zarista, sino a frenar y contener dicha barbarie en el resto del mundo, también es cierto que otras armas en manos bolcheviques no eran menos merecedoras de ternura, fervor y solidaria admiración, como la artillería, pesada o ligera, la audaz y temible artillería soviética, como las baterías de cohetes Katiuska, los fusiles automáticos Kalashnikov o la aviación de caza, sin olvidar las bombas nucleares y sus misiles portadores, cuya existencia (conseguida con tan enormes sacrificios del pueblo soviético) logró impedir, a principios de los años cincuenta, que el imperialismo, con EEUU a la cabeza, continuara arrojando las suyas sobre ciudades indefensas, asesinando en un abrir y cerrar de ojos a centenares de miles de personas, como hizo en Hiroshima y Nagasaki.

Sí, lamento mucho herir la sensibilidad de las gentes de bien (…) si elijo estos tiempos que corren, justo éstos, para hacer mi elogio sentimental del tanque ruso. Pero es que a uno, francamente, le trae sin cuidado quedar mal ante la inmarcesible y viril inocencia que brilla en los ojos de los demócratas de hoy (fascistas de ayer y de siempre). Por eso no me privaré tampoco de proclamar que ando ahora preocupado sentimentalmente por la armas de Cuba, y que si en mi mano estuviera, le diría al gran Fidel: Comandante, acépteme estos cientos de bombas nucleares y sus correspondientes misiles. Acéptemelos, se lo ruego, en nombre de Euskadi. Pero, desdichadamente, no tengo bombas ni misil que regalar a la Revolución cubana, así que me veo obligado a limitar mi solidaridad a unos gramos de leche en polvo o penicilina, más que nada como símbolo del bloqueo de la isla y, también, como escupitajo contra la jeta de esos traidores, mafiosos, bandidos, canallas, ladrones y malnacidos (sic) que, en la patria de Lenin, han secuestrado, de momento, a mi bienamado tanque ruso.”

Por poco perspicaz que sea, el lector se habrá dado cuenta de que hay cuatro tajos –“(…)”- en la versión de un artículo que, íntegro, no ocupaba más de media página de periódico. ¿Qué pretendía esconder el censor Palermo detrás de cada bocado? ¿Qué es lo que le incomodaba tanto de un artículo que, sin embargo, parecía querernos ¡ensalzar!? ¿Cómo es que el siempre sutilísimo Alba Rico no se percató en su necrológica de los tijeretazos del censor, a quien, no obstante, citaba por sus inverosímiles nombre y apellido?

A día de hoy no es posible –nosotros no lo hemos conseguido- consultar en las páginas de las principales hemerotecas del país –incluidas las de todas las capitales vascas- ninguna versión digitalizada de la colección de Egin que nos permitiera desvelar el misterio. Y es que ese Egin en que escribió Pablo Sorozábal sigue siendo un enemigo declarado de la clase dominante y del sistema de dominación capitalista; por eso hay que acallarlo, silenciarlo, censurarlo… como hizo en Rendición, a su manera, la carcunda trosquista con el comunismo del comunista Sorozábal: maquillarlo, travestirlo, emascularlo, disfrazarlo de lo que no es y posibilitar su digestión para, por fin, meterlo a hombros por la puerta grande… del cementerio del olvido.

En su día, nosotros también leímos –y releímos con enorme satisfacción- el “Elogio sentimental del tanque ruso”, y en el artículo completo, si la memoria no nos falla después de tantos años, Sorozábal afirmaba algo así como que, en su opinión, Stalin, lejos de haber sido demasiado duro, fue demasiado blando.

¿Por qué censuraron los trosquistas esta frase y otras que, con casi total seguridad, eran de un tenor semejante? Porque se trataba de rematar al comunista muerto Pablo Sorozábal, porque había que acabar con la honradez y rectitud de su pensamiento comunista para, una vez edulcorado y desustanciado, ponerlo a los pies de los asnos de posibilismo trosquista.

***

Con el propósito de recuperar la colección de artículos que publicó Pablo Sorozábal Serrano en Egin, algunos tan memorables como “Vascos, vasquitos y españolazos” o aquél, extraordinario, sobre la dicción y la contradicción, hacemos un llamamiento a los camaradas vascos para que remitan a Valakia Roja aquella serie de artículos a fin de proceder, cuanto antes, a su edición completa en Internet.

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Pablo Sorozábal Serrano nació en Madrid en 1934 y falleció en 2007, también en la ciudad de Madrid. Fue hijo del eminente compositor vasco Pablo Sorozábal y de la cantante Enriqueta Serrano. Bajo la tutela de su padre obtuvo una excelente y vasta cultura. Sus primeros años transcurrieron entre la calle de Luchana de Madrid, en el barrio de Chamberí, y la de Aldamar donostiarra; y entre Luchana y Aia (Guipúzcoa), los últimos.

Como músico, compuso Cantos de Amor y Paz, Cantos de Amor y Lucha, la ópera La tierra roja, así como obras corales y de cámara. Fue autor del Himno de la Comunidad Autónoma de Madrid, con letra compuesta por Agustín García Calvo. Con su padre compuso la música de Las de Caín, sobre la popular pieza teatral de los hermanos Álvarez Quintero, una de las comedias musicales españolas más bellas, que duerme el sueño de los justos desde su estreno en 1958.

Como escritor destacan sus Lloro por King Kong, La calle es mentira y La última palabra, galardonada en 1986 con el premio literario “Pío Baroja”. Esta última obra fue llevada al cine, dirigida por Jaime Chávarri, con el título de Tierno verano de lujurias y azoteas.

Realizó numerosas traducciones de gran calidad del alemán, francés e inglés, entre otros las Cartas a Felice, de Kafka, Effi Briest, de Theodor Fontane, y Historia de Woyzeck, de Georg Büchner, esta última en colaboración con Alfonso Sastre.

Fue, asimismo, fotógrafo eximio de escritores, compositores y de innumerables temas.

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LAS DE CAÍN

https://www.youtube.com/watch?v=1LX3XFywxDk


HIMNO DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

https://www.youtube.com/watch?v=VCjZGAKZIdA


[1] Tan de tapadillo publicó Gara la noticia de la muerte de Pablo Sorozábal –en realidad, se limitó a reproducir la faena de aliño que Fernández Liria había publicado previamente en Rendición (www.rebelion.org/noticia.php?id=55874)-, que hubo quien ni se enteró http://old.kaosenlared.net/noticia/pablo-sorozabal-comunisa-abertzale.

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